"El secreto del éxito es la honestidad. Si puedes evitarla... está hecho" (Groucho Marx)

21 ene 2018

Gilipollas, el retorno






Lo sé, mis queridos animales de compañía, hace mucho que no escribo en este blog y comprendo por qué la adición a mis historias (o la ausencia de ellas) haya generado un masivo movimiento en redes sociales clamando por mi vuelta. Bueno, en realidad solo me lo ha pedido una persona en un año, pero aun y así, supera mi marca personal sexual del 2017.

¿Por qué hace tanto que no escribo? Proyectos personales, mi depilación semanal de espalda y una masturbación compulsiva me han tenido ocupado. Lo siento. O no. ¿Qué ha sucedido durante todo este tiempo? Muchas cosas y casi ninguna buena, aunque no me quejo porque esa ha sido siempre mi vida: picando piedra en lo más profundo de la mina. 

Lo más curioso es que, puestos a retomar la narración de mis aventuras, me encuentro que en un año han cambiado tanto las cosas y la sociedad está tan cambiada que lo que antes era sarcasmo ahora puede resultar ofensa. ¿Tiene sentido entonces seguir siendo yo mismo? Claro que no. Pero alguien ha de ser él mismo en una sociedad tan hipócrita como la nuestra. Y ese soy yo.

Les voy a contar algo que me sucedió no hace demasiado: como ustedes saben (o deberían) yo vivo en Barcelona, ciudad ahora convulsa donde las haya. Nací aquí (soy catalán, ese es mi pecado), siempre he vivido aquí y espero no morir aquí sino en una playa de las Bahamas rodeado de macizas convenientemente desvestidas. Caminar por Barcelona se ha convertido en lo más parecido a entrar en el museo de Harry Potter, todo son banderitas, gente disfrazada, símbolos pintados por todos lados y gente haciendo y diciendo estupideces. Como ustedes saben (o deberían) no soy independentista ni españolista, tampoco soy equidistante. Yo soy de esos que se arriman al árbol que mejor les cobija, o sea, que si una mujer me dice que es independentista yo alzo mi puño y grito “Free Junqueras” y si me dice que es españolista yo hago una ardiente defensa de la aplicación del 155. Si me dice que es equidistante… me quedo callado. ¿Cómo ligar con una equidistante? Y es que ese fue el problema.
La encontré en un bar, era una mujer razonablemente hermosa lo que significa que, bajo mis hambrientos patrones, era ella la mujer más hermosa del mundo (recuerden: yo disparo a todo lo que se mueve). Como buen estratega debo reconocer el campo de batalla antes de enviar a mis soldados así que, mientras me acercaba a ella e intenté adivinar que tendencia política tenía, ya saben: el lacito amarillo, una estelada, un pin de una bandera española, un llavero de franco, una barretina, una foto dedicada de Aznar, un plato de calçots… pero no: nada en ella me dio la menor pista así que me limité al consabido “buenos días” (traducción: “te quiero empotrar”)  y pregunté si tenía fuego. Esta es una táctica que siempre funciona, o am menos funcionaba hasta hace más de ocho años porque ahora ya no se puede fumar en los bares. El dueño me dijo que guardase mi cigarrillo y la mujer me miró como si yo acabase de asesinar a un bebé en un altar. ¿Y si era una de esas veganas que practican yoga y comen quinoa a todas horas? “Soy gilipollas y equidistante”, dije en un último intento por llamar su atención. “¿Ambas cosas van unidas?”, contestó ella. Primer asalto y casi fuera de combate, aunque conseguí levantarme, limpiarme la sangre y continuar la pelea.

De ese encuentro solo puedo recomendarles algo: nunca mezclen política con sexo. Los políticos no follan a todas horas e incluso, alguna vez, nosotros podemos follarles a ellos. Pero sea como sea, nunca hablen de política en los preliminares. Yo lo hice, estuve hablando de política con aquella mujer durante más de una hora, asintiendo a todo, diciendo que unos y otros eran lo peor, diciendo que sentía una absoluta indiferencia por los patriotismos, fingiendo asco o admiración según intuía lo que ella quería decir. Fue una de las mejores conversaciones que he tenido nunca, una pieza de orfebrería manufacturada con sustantivos, verbos, preposiciones, artículos y un montón de mentiras.

Y, cuando creía que era mía. Ella se levantó y se fue sin decir nada. ¿Qué había sucedido? Imaginé miles de motivos: desde mi halitosis crónica, a la caspa que caía de mi cabeza en su bebida, puede que fuese porque no dejaba de mirarle los pechos o porque un gran moco colgaba de mi nariz. 

Aunque prefiero creer que fue porque ella con en el sexo era como nosotros con la política, o como yo con las mujeres: unos completos gilipollas.


Sé que no ha sido un magnífico retorno, pero he vuelto.
 




5 comentarios:

  1. Pues a mí me alegra que haya vuelto, Sr. Gilipollas!! Déjese usted de hablar de política como técnica de ligue y vuelva a los clásicos de "¿estudias o trabajas?" o "¿vienes mucho por aquí?". Las tradiciones nunca mueren. Cordiales saludos.

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    1. Mi querída Mi Áñter Ego, es que sucede que ahora cuando pregunto "¿estudias o trabajas?" siempre me contestan "me manifiesto en la calle" y cuando pregunto "¿vienes mucho por aquí?" me contestan "cada vez que hay una manifestación.

      Mi única manifestación es en horizontal y sudando como un cerdo. Ya me entiende usted. De ahí que la política sea la discoteca del siglo XXI.

      Gracias por el comentario

      Siempre suyo
      Un completo gilipollas

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  2. Gracias gracias gracias gracias!! En esta sociedad hacen falta mas gilipollas sinceros como usted!

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    1. De nada, de nada, de nada. De todas formas no creo que la sociedad necesite de mas gilipollas ni tampoco de más sinceridad. ¡De más humor seguro que sí que estamos necesitados!

      Un beso querida, siempre suyo
      Un completo gilipollas

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  3. Me encanta tu blog. Qué agradable descubrimiento.

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