"El secreto del éxito es la honestidad. Si puedes evitarla... está hecho" (Groucho Marx)

28 mar 2013

Pelirrojas televisivas


Marta Solano


Noelia Atance


                                                                    Marta Cáceres

Las pelirrojas con el pelo corto me ponen. No hablo de amor, tampoco de cariño, aun menos de peticiones de boda. Hablo de llenar el cuerpo cavernoso de sangre, simple y llanamente. Y las pelirrojas de pelo corto que presentan noticias me ponen aun mas. O sea, que esas diosas de pelo encendido que nos acercan a la actualidad me acercan a la explosión genital de desastrosas consecuencias. Podría escribir ahora un hermoso post sobre el amor, la admiración incluso sobre alguna filia inocente. Pero me reafirmo en que no es amor. Es pura y simple lujuria animal que nace del cerebro prehistórico que Dios me regaló junto a mi condición de hombre. El caso es que cuando veo a estas diosas del amor horizontal en mi televisor no puedo dejar de pensar en cosas que si las transcribo con detalle, las autoridades cerrarían este blog de inmediato. Pero el problema es aun mayor porque las tres diosas que atraen mi atención en televisión representan las tres cosas que mas me aburren en este mundo: los deportes, las ideologías y el tiempo libre. Es un contrasentido, el deporte me importa un carajo y a todas horas me trago noticias deportivas si salen de la boca de una de ellas. También las ideologías (sobre todo de derechas) me la traen la pario pero me trago todas y cada una de las tertulias moderadas por esa otra adorada que es "la otra". Y en cuanto a los magacines me importan aun menos si no hablan del único hobby que me interesa: la autosatisfacción, y no creo que mi tercera diosa hable nunca de eso por televisión. ¿Y que puedo hacer yo? Las diosas siempre han estado lejos de mi alcance. En realidad las mujeres (incluso las mas desafortunadas) siempre han estado lejos de mi alcance. Quizás sea por eso que estas tres diosas de encendidos y breves cabellos me vuelven loco, porque están todo lo lejos que una mujer puede estar de un tipo como yo. Nos obsesionamos con aquello que es imposible porque si fuese posible... dejaría de ser una obsesión. Aiii omaaaa que ricaaaas. 


21 mar 2013

Semana Santa

Hay dos momentos del año que adoro, uno es cuando llega Semana Santa, el otro es cuando en el club de carretera "El conejito feliz" hacen la promoción anual de "todo lo que pueda meterse en la boca por 100 euros" (la última fue media docena de donuts, un corsé de encaje y dos rusas de 1,90). Volviendo a mi primera adoración he de confesar que aunque adoro la Semana Santa, me la sopla esos señores con capuchones en la cabeza paseando un click gigante de Playmobil de madera mientras sudan, cantan, se lamentan y se pelean por tocar un trozo de trapo que esta mas sucio que la ropa interior de Bárcenas. No es que menosprecie a aquellos que creen fervientemente en algo. Yo creo fervientemente en el poder curativo de las señoras rusas que están en "El conejito feliz" pero no pretendo que nadie comulgue con mi particular fervor. Siempre he creído que la pasión de Semana Santa solo era aceptable si venia acompañada de medio kilo de fresas y nata montada. O medio kilo de fresas y una founde de chocolate. O todo la anterior y media docena de esas señoras rusas de las que hablaba antes. Porque desengáñense, esa es la verdadera pasión. Me gusta admirar a personas, no a imágenes de madera. Y conste que me gusta la idea de todos esos devotos que creen que la Semana Santa les pertenece solo a ellos. Que se la queden, por mi perfecto. Mi Semana Santa ha sido desposeída del adjetivo y poseída de otro adjetivo antónimo que la convierte en Semana Pecadora. Es mucho mas divertido pecar toda una semana que lamentarse de la muerte de un hippy hace 2000 años. Pero no voy aquí a hacer una alegoría de la chorrada que me parecen todas las religiones, eso ya lo intenté hacer hace poco en un lamentable post ("No creo en Dios") con lamentables resultados en el número de seguidores de este lamentable blog. Lo que ahora y aquí escribo es que para mi la Semana Santa es motivo de adoración porque son cuatro días seguidos de fiesta. Piensen ustedes un poco... ¿cuando sucede esto durante el año? Nunca tenemos cuatro días seguidos de fiesta  por la cara. Cuatro días para pecar, para meter el cirio en iglesias ajenas, para pasearnos desnudos con una caperuza tan solo ocultando nuestro desfavorecido rostro. Cuatro días para practicar el fantástico ejercicio del metesaca. Y todo eso gracias a un señor que hace 2000 años pilló un mal viaje y unos gays con faldita le clavaron en una cruz mientras otros señores con barbas lloraban y cantaban. Todas las religiones me parecen ridículas pero si me ofrecen cuatro días de fiesta me convierto en devoto. Viva la Semana Santa, viva el Papa Argentino y a follar que el mundo se acaba. Todo eso y la nata, las fresas, la founde de chocolate y las rusas también.


7 mar 2013

Ligar en una biblioteca



En un nuevo capítulo de lo que es este compendio de saber que es el blog que ustedes están leyendo ahora mismo, hoy procederemos a hablar de unos trucos para ligar que algunos de ustedes desconocer pero seguro que pueden serles de utilidad. Y si no siempre les queda ir a esos lugares con luces rojas donde las mujeres sonríen a cambio de dinero. Porque hoy, mis queridos animales de compañía, les voy a explicar los trucos para ligar en una biblioteca. En primer lugar he de decir que estos trucos tienen como destinatarios, en mayor medida, al universo masculino. Una mujer puede ligar en una biblioteca, en un barco pesquero encallado en un arrecife en el mar del norte o en una operación a corazón abierto aunque sea ella la que está tumbada en la camilla. Se preguntarán ustedes porque se me ocurrió ir a ligar a una biblioteca. El motivo por el que fui a ligar a una biblioteca es porque soy algo duro de oído y cuando la gente decía “donde más se liga es en la discoteca” yo entendía “biblioteca”. Sea como fuere, una fría mañana de Sábado (dato este de lo mas irrelevante) me decidí por vivir al limite y me adentré en ese templo que rezuma olor a papel y chicle de menta, vestido con la indumentaria oficial de todo bohemio que se precie que es una chaqueta de tweed y una pipa de espuma de mar colgada de los labios. El resto era lo de siempre: pantalones cortos de tergal, zapatillas de plástico, calcetines blancos y mi inseparable riñonera de polipiel. A esas horas en la biblioteca no habían demasiadas personas: un tipo con barba que ojeba un libro con ilustraciones de arquitectura y una neumática mujer rubia que leía melancólicamente en una esquina de la misma mesa. Mis tendencias heterosexuales me empujaron hacia la mujer, así de simple. Cogí un libro de una estantería y me senté a su lado. La mujer levantó la vista del libro, me lanzó una mirada de indiferencia y continuó leyendo. Y es aquí donde les voy a regalar las cinco reglas básicas para ligar en una biblioteca o, como yo le llamo “los cinco NO de la NO discoteca”.

-No se coloquen delante de alguien que está leyendo y comiencen a hacer muecas, a los lectores de bibliotecas, como a los onanistas compulsivos, solo prestan atención a lo que tienen entre las manos.
-No llamen al azar a todos los números de teléfono que existen en el mundo (comenzando por el 000000000 y acabando por el 99999999) con la esperanza de que la persona que esté frente a ustedes responda al teléfono porque en una biblioteca los teléfonos están en silencio.
-No intenten llamar la atención de alguien en una biblioteca haciendo saltar la alarma antiincendios para provocar una fiesta de camisetas mojadas.
-No deslicen billetes de cincuenta euros, uno detrás de otro, para llamar la atención de la susodicha. Es más barato irse a esos lugares de luces rojas que he mencionado anteriormente.
-No quemen una pila de libros mientras finjan hablar alemán.

Y fue curiosamente la última de las cosas que no se deben hacer nunca en una biblioteca para enamorar a alguien que precisamente funcionó. Pero eso fue porque ella se llamaba Astrid y era alemana. Salvando el detalle que tuve que esperar dos años a que ella entendiese que yo no era un neonazi quemalibros, un día me permitió conocerla en toda su magnitud. Y he de reconocer que era mucha esa magnitud, en concreto (y en canal) ciento cincuenta kilos de espléndida mujer. Pero han de saber ustedes que el amor no entiende de tamaños, pesos ni ideologías. El amor es eso que nos hace temblar de emoción (que no de frío), eso que nos hace sudar (pero oler a rosas recién cortadas), el amor es eso que nos mueve a movernos (cuando somos unos vagos con el culo pegado al sofá). El amor es amor y puede estar en cualquier sitio, incluso escondido entre las gafapastas y los ratones de biblioteca.

Por supuesto follamos, pero esa ya es otra historia.





5 mar 2013

Mi adorada soledad



Una de las grandezas de vivir solo es olvidarte de hacer la cama cada mañana. ¿Acaso montamos nuestro coche, nos montamos en él y lo desmontamos después del trayecto? Además una de las grandes ventajas de no hacer la cama es que puedes no hacerla completamente desnudo. Desde el invento del mando a distancia no existe nada mejor en el mundo que vivir desnudo. Porque, en efecto mis queridos animales de compañía, lo mejor de estar solo en tu casa es que puedes ir todo el día en pelotas. El ser humano nace desnudo, desnudo obtiene placer y desnudo debería continuar. Por desgracia esta máxima solo sucede con las bailarinas de striptease y las indígenas de alguna isla del Pacífico. Vivir desnudo es la máxima aspiración del ser humano. Vivir acompañado tiene cientos de de inconvenientes pero ninguno (ni tan solo los relacionados con la suegra) son comparables al inconveniente de tener que ir vestido en tu propia casa. ¿A quien diablos estas esperando un sábado a las diez de la mañana así vestido? ¿Al Duque de York? ¡ Envía todo al carajo y siéntate en pelotas en el sofá a desayunar unos chococrispies! Otro de los demasiados inconvenientes de vivir en pareja es que no puedes emborracharte y practicar la compra compulsiva de productos de la teletienda a las tres de la mañana. Despertarte al día siguiente resacoso, en pelotas, con cuatrocientos euros menos y media docena de abdominazers mas puede que no ayude a reforzar tus firma física pero tampoco hay ningún idiota dispuesto a reprocharte qué diablos hiciste la noche anterior. Y no me vengan con esas coartadas que vivir acompañado es alimento para el espíritu y la convivencia entre humando. Yo me alimento de cerveza y jamón del bueno. Y además hago eso en pelotas sin que nadie me reproche que llevo seis semanas sin conocer ducha ni desodorante. Y es que, como dijo el gran filosofo Ignatius Farray, "lo contrario de vivir no es morir: es convivir".


3 mar 2013

Viva el deporte

Con un poco que te fijes te das cuenta que el sexo y esa cosa infernal que llaman deporte son prácticamente lo mismo. Esta es una verdad incuestionable sobre la que no voy a permitir debate porque soy un egocéntrico sin tratamiento psicológico y punto. La única diferencia es que en el sexo no necesitas gastar todo el dinero de la paga extra en ropa de colores del Decathlon que nunca usarás por vergüenza ajena. En el resto, no hay diferencia. Sudas, haces ejercicio y al final te sientes bien. Lo puedes hacer solo o acompañado. ¿Qué diferencia hay? Lo puedes hacer en cualquier lugar e incluso, como ocurre con los gimnasios, hay lugares donde acudir para que profesionales te ayuden. Cuanto mas joven mas sexo quieres hacer y a medida que pasan los años el cuerpo te impone una restricciones físicas que hacen bajar el ritmo, al igual que pasa con el deporte. Podría estar escribiendo sobre ventajas y desventajas del hecho y ustedes podrían interpretar que hablo de sexo o de deporte de manera indiferente. Por eso, la próxima vez que alguien les pregunten si quieren acompañarle "a correr juntos" contesten ustedes "a corrernos juntos, mejor". No hay demasiada diferencia, solo un pequeño matiz que puede hacer el momento mucho más divertido. Y un a última cosa, si esas mallas moradas del Decathlon no le sientan bien a nadie, a usted tampoco.