"El secreto del éxito es la honestidad. Si puedes evitarla... está hecho" (Groucho Marx)

30 may 2011

El gilipollas y las series de TV (4)



V: Esta va de unos esquizofrénicos que llegan a la tierra montados en unas ollas a presión gigantes y deciden que nuestro planeta es más bonito que sus pequeños pisos de protección oficial en Ganimedes así que se ponen trajes de hombreras y gafas de sol y cual Michael Jackson de resaca se dedican a deambular por las ciudades. La realidad es que son tortugas de jardín que comen hamsters (o algo parecido). Como todas las series malas de los 80 hicieron un remake donde las tortugas seguían comiendo hamsters. ¿O eran lagartos?

Dexter: Esta va de un policía que es un asesino en serie. Me he equivocado. A ver: va de un asesino en serie que es policía pero como es bueno en vez de malo (porque es policía, no porque sea asesino), solo mata a la gente que merece morir. Vale, no tengo ni idea de que va pero hay sangre y a veces se ven tetas. Merece la pena.

Hospital Central: Como su nombre indica, va de un hospital que esta en el centro. Trata sobre tiritas y operaciones a corazón abierto y cosas de esas. Es tan tópica y aburrida que da igual que la confundamos con un capitulo de "emergencias" o de cualquier otra serie de hospitales. En realidad podemos diferenciarlas porque en "hospital central" actúan mal y las tiritas son siempre las mismas utilizadas una y otra vez.

The Wire: Esta va sobre policías que persiguen a los malos. Los policías a veces son mas malos que los malos y los malos son mas buenos que los policías. Todos se miran de reojo como las solteronas segundos antes de que el ramo de novias salte por los aires. Los policías hacen unos discursos aburridismos y los malos también. Dicen que es la mejor serie de la historia. Lo confirmo: me he pegado legendarias siestas viéndola.

24: Esta va de un señor muy estresado que tiene demasiadas cosas que hacer y siempre llega tarde a todos lados. Su mujer esta cabreada porque llega tarde, su hija también, y su amante y su jefe y sus compañeros de trabajo. Los malos en cambio están encantados de que siempre llegue tarde. No entiendo como puede estar tantos días sin dormir y nunca le vemos tomar café. Aunque por la cara de estreñido que siempre gasta debería probar un buen café en la franja "08-09 am", seguro que en la franja "09-10 am" estaría sacando lo mejor de si y en la franja "10-11 am" tendría cara de haber conseguido evacuar todos sus problemas.

Verano Azul: Unos niños van en bicicleta, una niña tiene la regla y un vagabundo que vive en un barco se muere. No se mas porque cuando la daban yo estaba en la playa conmis amiguitos. 

El barco: Va sobre unos adolescentes mas salidos que manta eléctrica de Rocco Sifredi, los críos se montan en un barco y poco después de zarpar se acaba el mundo. Una excusa para sacarlos en paños menores y anunciar Coca-cola. Al final, como en la vida real, el tonto de la serie es el que les soluciona todos los problemas. Curiosamente aparece también uno de los niños de Verano Azul de señor mayor. ¿Otro de "Verano Azul" en una serie con un barco? Blanco y en botella: ya sabemos como acabará.


Pocoyó: Esta va de un pastillero que se le ha ido la mano y está constantemente con un mal viaje. Es una serie de drogadictos como Bob Esponja. 

Spartacus: Esta es buena. Salen muchas tias en pelotas y si no fuese porque también sale mucho homosexual con el pecho aceitoso sería perfecta. Hay sexo, ostias y muchos efectos especiales. Lo que no entiendo es porque la serie está ambientada en la antigua Roma pero todas las tías tienen los pechos siliconados. El único problema de esta serie es excitarse porque como salen hombres y mujeres desnudos uno puede dudar de su sexualidad.

Mad Men: Son unos señores con trajes caros y repeinados que van acompañados de señoras de caderas anchas y vestidos estrechos. Todos fuman y después de ver cuatro años la serie aun no se de que va. Para mi que es un documental sobre los años 50. Tiene la mejor frase de la historia de la televisión, cuando el protagonista le dice a su subordinado en el trabajo: "mas despacio o me quedaré embarazada". Sigo sin entender la frase: los dos son hombres.


Criticas anteriores

El gilipollas y las series de TV (3) 

El gilipollas y las series de TV (2) 

El gilipollas y las series de TV (1)  

 

Si desean ustedes la critica de alguna serie de televisión estaré encantado de hacerla, tengo mucho tiempo libre, de verdad se lo vuelvo a decir...




27 may 2011

La mujer del metro


Cuenta la historia que hubo un tiempo en que los gordinflones eran dueños del planeta, rechonchos y mofletudos reyes, caballeros, cazadores, curas e incluso maridos infieles tan rollizos como Torrente después de una cena de navidad. Hoy en día ninguno habría disfrutado la mas mínima oportunidad de ser dueño de nada, ni tan solo de las mujeres de otros. Hoy la perfección es símbolo de poder. Me negarán ustedes argumentando ahora que los dueños de los bancos o de las empresas son todos gordos. Acepto eso, gordos personajes de más de 70 años con toda una vida a estricta dieta de cochinillo y whisky de importación. Pero lo que deben saber es que quienes les siguen en la cola son delgados, visten trajes de Versacce y se depilan el pecho. Incluso si son mujeres. Hubo un tiempo en que cualquier desdichado como yo tenía alguna posibilidad de conseguir fornicio. Entonces las mujeres tampoco eran delgadas pero eran mujeres y se abrían -literalmente- ante tipos como yo, una pierna apuntando a Ceuta y la otra apuntando a Hyttefossen (un delicioso pueblo noruego). Pero he tenido la mala suerte de vivir en una época donde pesar 187 kilos es sinónimo de ruina. Ni tan solo cuando una mujer tropieza  y cae al suelo abre ahora sus piernas frente a un tipo como yo.

No obstante esta misma mañana algo ha cambiado y ha sucedido en el metro, ese transporte que mañana tras mañana se convierte en una hormigonera donde se mezclan olores, gente adormilada y miles de teléfonos móviles. ¿Se han dado cuenta que en un vagón de metro hay casi más móviles que pasajeros? Y sucede que en verano (o como ahora, primavera) el escenario se convierte en un perfecto catálogo de piernas, escotes y ombligos. Doy gracias a Dios (y al calor). Siempre que llegan estas fechas mi presión sanguínea alcanza la cota 8000 y mis ojos comienzan a salirse de las órbitas cual besugo recién pescado (o cual concejal socialista viendo los resultados de las últimas elecciones). Lo reconozco, me paso todo el día en el metro y al caer la noche, en la privacidad de mi lecho, recupero todos y cada uno de los centímetros de piel que he tenido la suerte de ver. Vivimos mas tiempo en el recuerdo o en el deseo que en la realidad. Pero así somos todos: unos pobres ignorantes. Y gordos también.

Lo que les voy a contar a continuación es tan real como el peluquín de Nicolas Cage y ha sucedido esta misma mañana, cuando una espectacular mujer ha tomado asiento junto al gordo que suscribe, lo más curioso es que habían otros asientos vacíos pero ella escogió posar sus perfectas posaderas junto a mí. Con la incomodidad que representa mi tamaño. ¿Entienden? Era morena, de pechos y ojos grandes, con una mirada capaz de enviar al infierno de golpe a un obispo y un cuerpo capaz de obligar al mismísimo diablo a hacer la primera comunión. Y había escogido sentarse junto a mí. ¿Lo entienden ahora? Yo tampoco.

-¿Qué tal? -pregunté metiendo barriga.

Los hombres siempre metemos barriga al hablar con una mujer. No nos juzguen, es herencia genética, de la misma manera que las mujeres ladean la cabeza o los perros menean la cola. Algunos hombres también menean la cola cuando ven a otras mujeres o a Javier Vázquez.

-No quiero hablar -respondió ella rápidamente.
-¿Entonces porque se ha sentado a mi lado?
-No me gusta viajar sola.
-Pues coja un taxi.
-No me gusta el olor de los taxis.
-Aquí no huele mejor.
-No me refiero a eso. Odio el olor a limpio de los taxis.
-Me llamo Fernando.
-No quiero hablar.
-¿Le gusto?
´-¿A qué se refiere?
-Físicamente.
-No.
-¿Y si adelgazase?
-¿Cual es su trabajo?
-Soy banquero.
-Es usted gordo como un banquero pero no viste como un banquero.
-En otros tiempos habría sido rey. Y usted mi reina.
-¿Me está tomando el pelo?
-Por supuesto que no. ¿El problema es que soy gordo?
-No es usted mi tipo.
-Soy inteligente.
-Alguien que es inteligente no necesita decir que es inteligente.
-Eso ha sido inteligente. ¿Quiere que forniquemos? Prometo ponerme debajo.

La mujer se levantó y aprovechó que las puertas estaban abiertas para apearse en la estación. Estoy convencido que no era su parada. ¿Qué diablos acababa de suceder? En otros tiempos aquella mujer se habría rendido a mis pies. Habría sido mi reina. Ahora solo soy un gordo que apenas cabe en un asiento del metro. Un gordo que quiere a una mujer morena con tetas y ojos grandes como aquella. Una mujer que me quiera por lo que soy y no por lo que ella quiere que sea.

Porque a estas alturas de la vida cada vez resulta más difícil conseguir adelgazar. 



24 may 2011

CONCIERTO BILL CALLAHAN (críticas gilipollas)


Vamos a retomar el tema de las críticas que tan buenos resultados dio en su día. Consciente soy que en las últimas semanas he estado abusando de ciertas reflexiones filosóficas me están haciendo perder lectores con la misma rapidez con que el la izquierda pierde votos. Bueno, no tanto. En el ciberespacio no funciona la introspección porque ustedes, mis ingratos animales de compañía, solo buscan sangre o sexo. O sexo con sangre. Así pues vamos a uno de los típicos posts políticamente incorrectos con mucha sangre y algo de sexo. Espero que lo disfruten.

CONCIERTO BILL CALLAHAN. Lunes, 23 de mayo de 2011. Sala Bikini (Barcelona)

Anoche en la sala Bikini tres tipos recién salidos de la siesta se plantaron en el escenario, se limpiaron las legañas, bostezaron al unísono en un incomparable ejercicio de aburrimiento sincronizado y entonces dedicaron a repetir una vez tras otra la misma canción con diferentes registros. Aunque no me hagan demasiado caso, quizás fue yo que me quedé dormido antes de finalizar la primera canción. No es culpa mía sino de la aburrida telonera Sophia Knapp y de una ingesta descontrolada de cervezas. No me refiero a ella, de hecho la muchacha era tan angelical como un anuncio de compresas. Inútil aclaración: el que bebía era yo. De hecho creo que pasé más tiempo en el lavabo que en la sala. Tampoco crean que fue una tragedia, a veces el silencio de las paredes mejora el sonido de ciertas canciones. De todas las canciones enn el caso del cantante de anoche. ¿Cómo definir su estilo? Algo así como un tenor con afonía que recitase poemas de malditos con un entusiasmo solo comparable al de las películas de Isabel Coixet mientras unas luces tenues invitan a completar ese silencio con profundos ronquidos.

Se preguntarán que hacia un tipo como yo allí. La respuesta es mas simple de lo que parece. En mi infinita ignorancia imaginé que la combinación de los nombres Bikini y Bill me asegurarían un concierto donde decenas de sureñas desvestidas con escuetos bikinis bailarían cual Bar Coyote, canciones de ZZ Top embadurnadas de aceite y rodeadas de banderas norteamericanas. Y por que me habían invitado, que diablos.

En lugar de las sureñas en bikini aparecieron aquellos tres aprendices de vagabundos quienes comenzaron a emular los tiempos en que eran jóvenes e intentaban suicidarse tocando canciones en el garaje de sus padres.

El guitarrista tomó asiento en una silla de plástico abriendo exageradamente sus piernas cual meretriz de carreteras secundarias bajo la sombra de un pino, sus gestos durante el concierto iban desde el sopor a la histeria pasado por momentos de tal introspección que uno pensaría que estaba reescribiendo el "Ulises" de James Joyce con la única ayuda del poder de su mente. El batería parecía poseído por un demonio, haciendo muecas y con la mirada fuera de sí. Vamos, tal que si su camello le hubiese dejado colgado momentos antes del concierto, nunca mejor dicho lo de "colgado".Y en último lugar dejo a Bill Callahan, el autor de todo aquello, un tipo apocado, triste como un entierro al atardecer en un cementerio al borde del mar. Poseedor de una poderosa voz pero también de una poderosa capacidad de comunicación semejante a la de un mejillón en una paella. El tal Bill sostenía una guitarrita a la altura del pecho (a la misma altura que el cinturón de Julián Muñoz) que rasgaba pausadamente en el convencimiento de que el aburrimiento es un valor en alza. No se demasiado de inglés pero creo que sus monótonas canciones hablaban de amor, suicidio y árboles centenarios llenos de pájaros negros. Algo así como una película de autor en 3D.

Queridos míos, nunca vayan a un concierto donde las canciones se susurren o donde hayan cientos de gafapastas y calvos con gorra guais coreando las letras en inglés. La música es ruido, es inglés inventado y es un calvo gordo con camiseta de “Ramones” tocando una batería imaginaria, son bailarinas en biquini y también pantallas gigantes de vídeo. Pero resulta que anoche Bill Callahan no era más que un aburrido que invitaba al suicidio colectivo con una guitarrita colgada del cuello. O eso o es que yo soy un completo gilipollas.

Ahora que me releo... ni sexo ni sangre. Maldita sea.

19 may 2011

Elecciones y F1



Ya saben ustedes de mi irracional animadversión hacia el magno deporte del fútbol. Para quienes lo desconozcan les remito a un penoso y nada elaborado post donde vomitaba mis escasas razones al respecto. En un alarde de originalidad lo titulé "fútbol". ¿Qué sentido tiene ahora volver a mencionar el balompédico ejercicio? Pues porque hoy voy a hablarles de otro deporte, aunque –a diferencia de esa tontería que es el fútbol- este si que me gusta: la fórmula 1. Estoy convencido que muchos de ustedes (sobretodo muchas) aseguraran que la F1 no es un deporte en sí. También hay personas que aseguran que las películas de Isabel Coixet son buenas. Para gustos los colores. Yo creo que deportista es todo aquel profesional que suda, gime y se mueve repetidas veces... y además no es actor porno. ¿Qué importa que utilicen coches? Algo deberán usar si quieren ir a esa velocidad ¿no creen? Cuenta la historia que los primeros pilotos de F1 no tenían coches sino que montaban burros a los que previamente habían introducido un pimiento picante en los cuartos traseros. Burro o coche eso es lo de menos. Sigue siendo un deporte y ya me tienen a mí los próximos tres días viendo pasar tipos corriendo. Y no hablo de un maratón ni tampoco de una redada en el club "momentos".

Curiosamente este domingo coincidirá la F1 con las elecciones municipales, lo cual -para mí- casi se convierte en ventaja. Me ahorraré tener que decidir. Decidir implica pensar y pensar es tan cansado.... Aunque hablando de pensar, si lo piensan bien (aunque se cansen) existen analogías entre unas elecciones y la F1. Ambas son despiadadas carreras por conseguir lo más alto del podio, forzando para ello la maquinaria al máximo. Sin escrúpulos. Un espectáculo donde lo único que importa es quedar el primero por lo que representa en cuanto a poder o dinero. O sexo fácil, claro. Que es por lo único que entraría en política alguien como yo.

Votar para elegir alcalde supone también un deporte de riesgo. Todos los alcaldables están crispados y es que, además, todos parecen cualquier cosa menos un alcalde de una gran ciudad. Los candidatos se nos presentan cual elegantes gentelmen a la hora del té dispuestos a satisfacer cualquiera de nuestras necesidades materiales o emocionales. No me trago esa patraña del seductor amable, es la misma que utilizo yo con las mujeres. Y no suele funcionar. Rectifico: nunca funciona. Iba a votar al menos feo pero resulta que todos los candidatos son rematadamente feos. Más que unas elecciones a una alcaldía parece la parada de los monstruos. Creo que si me presento tendría alguna oportunidad. Aunque no sé como conseguirían encajar mi oronda figura en un cartel electoral y que quedase espacio para el nombre del partido. ¿Qué nombre escogería? PGGE. Adivinen el significado y habrán ganado media bolsa que me sobró de un cotillón de carnaval de 1994.

Sinceramente, no me veo de político ni de piloto de F1. En cambio si ustedes quieren verme el domingo no me busquen en ningún colegio electoral. Búsquenme en el circuito de F1 o en la retransmisión televisiva. Podrán reconocerme porque seré el único espectador con una bolsa de papel en la cabeza y que ocupa dos asientos. Respecto a las elecciones, a diferencia de los acampados en las grandes ciudades que dicen “democracia real ya” yo diría “que os den a todos ya”. A todos significa a perroflautas, pijos, políticos, periodistas, analistas, funcionarios, parados, a los de Intereconomia, a los de La Sexta, a cualquier periodista, a cualquier lector, a los que beben coca-cola, a los que beben Pepsi, a los que no beben e incluso a mis amables lectores. A absolutamente todos. Me voy a ver la F1 donde habrá tanto ruido que no conseguiré escuchar ninguna de las tonterías que dicen unos y otros. Y además me ahorraré tener que votar.

Voy a estar tres días desaparecido por ese maravilloso circuito que es Montmeló. Si no contesto sus comentarios, resistan. Volveré sin pena ni gloria pero seguramente con alguna historia que contar. Y recuerden: “que os den a todos ya” es la mejor opción. 


17 may 2011

La insoportable levedad del obeso


Algunos de ustedes (sobretodo algunas) han preguntado el motivo por el que mi peso en canal ronda los 187 kilos en vez de unos estilizados 70 kilos y tableta de chocolate en vez de barriga cerveceras. Los motivos son varios y van desde la ingesta cuasi alimentaria de cervezas hasta una ausencia de cualquier ejercicio físico que represente algo mas que agacharse a recoger una moneda del suelo (solo si es de más de un euro). A eso deberíamos sumar una genética que me empuja a hincharme cual pez globo aunque todo el alimento ingerido sea haberme tragado un chicle por error. ¿Sabían ustedes que el cuerpo humano tarda 7 años en digerir un chicle? A lo mejor es un mito urbano igual que la inteligencia de Belén Esteban.

Todos somos gordos, la única diferencia es que algunos de ustedes (malditos bastardos) consiguen mantenerse en lo que se denomina "peso ideal" ¿Ideal para qué o para quién? Supongo que para el payaso de McDonald's el ideal sería una juventud atacada de preocupante sobrepeso. No existe el peso ideal de la misma manera que pesar 187 kgs. es insano incluso para un jugador de rugby samoano. Dicen que la belleza está en los ojos de quien mira. No se yo si los diseñadores de ropa y los endocrinos estarían de acuerdo con eso. La belleza de una mujer está en unos tobillos finos, unos pechos grandes y unas buenas caderas donde agarrarse. Y seamos honestos por una vez en la vida, las mujeres quieren hombres fornidos, miembros descomunales y rostros atractivos... ¡ah! También una descomunal cuenta corriente. ¿Tópicos? Puede, pero eso no lo hace menos verdadero.

Nos movemos principalmente por motivos estéticos, esas tonterías de valorar el interior de las personas solo queda para los forenses o los asesinos en serie. El resto somos unos detestables superficiales que babeamos ante un buen cuerpo cual concejal ante un terreno recalificable. Incluso alguien con un físico tan desafortunado como el mío se mueve por principios estéticos. Puede que George Clooney sea un intelectual de pro pero eso es lo de menos. Nunca he escuchado a ninguna mujer decir que le gustaría jugar a ajedrez con el señor Clooney. En cambio si he escuchado decir que le harían cientos de cosas a cual mas obscena.

¿A las 4 de la mañana en una discoteca a quien abordan? ¿Al gordo barbudo con camiseta de superheroe que lee a Kafka o al morenazo con camiseta ajustada? Yo a ninguno de los dos. Yo abordo a cualquier mujer sea del tipo que sea, aunque parezca un hombre. A esas horas suelo estar borracho además de ser un completo gilipollas superficial. Y heterosexual, aclaro.

La superficialidad solo lleva a acostarse durante años con gente físicamente ideal y eso, créanme, es terrible. Además es mentira

Dijo Confucio que "cada cosa tiene su belleza, pero no todos pueden verla" y eso es verdad. Pero también dijo Jean Cocteau que "los espejos deberían pensárselo dos veces antes de devolver una imagen." Y esa es una verdad aun mas grande, una verdad casi obesa. Escojan la opción que deseen, es gratis.

Equivocarse también es gratis.


14 may 2011

Consultorio del doctor gilipollas (9)



Querido doctor. Nunca he presentado en familia a ninguno de mis novios. Ahora sucede que con mi último novio -a diferencia de los 48 anteriores- todo parece ir viento en popa. ¿Debo romper la tradición y presentarlo a mis padres?
Querida María. En primer lugar le agradezco que adjunte la foto del susodicho. Si no lo hubiese visto le habría aconsejado que deje de ser tan superficial y presente a su novio en familia. Después de ver la foto le aconsejo que lo lleve a un zoológico y lo abandone en la jaula de los chimpancés. Nadie notará la diferencia. La relación de DiCaprio con la Winslet también iba viento en popa y luego resulta que sucedía en el Titanic. Pues eso.

Estimado doctor. Los hombres ya no son lo que eran, sobretodo en el ramo de la construcción. Antes los piropos eran la necesaria música de toda mujer orgullosa de serlo. En los años 50 las mujeres éramos constantemente halagadas cuando nuestros tacones resonaban alegremente frente a cualquier obra. ¿Dónde vamos a ir a parar? ¿Que tiene que hacer una mujer hoy en dia para conseguir el aprecio de un hombre que se vista por los pies? Firmado: Mariona
Querida Mariona. He leído atentamente su pregunta y no puedo dejar de darle vueltas al hecho de que a usted la piropeaban en los años 50. Si esto es así no debería extrañarla que a sus más de 70 años ya no la piropeen. Olvídese de la ropa provocativa, también de los obreros y busque un público mas acorde a su edad tal que geriátricos o enfermos terminales. Le auguro un éxito sin precedentes. Nunca mejor dicho.  

Doctor Gilipollas. Me he enamorado de un hombre con una bolsa de papel en la cabeza. ¿Qué puedo hacer? Firmado: Laura.
Querida Laura, envíeme una foto suya de cuerpo entero, un extracto de su cuenta corriente y una foto de los inodoros de su casa. Cuando tenga todo esto en mi poder ya la contestaré.   

Querido Doctor, mi nombre es Ricardo y mi problema es que la muchacha con la que estoy comenzando a salir es una pseudointelectual que a la que solo le gusta el cine en versión original , las novelas de escritores japoneses donde nada sucede y los cantautores norteamericanos con una guitarra y una barba que les llega por las rodillas. Yo soy mas de Esteso y Pajares, Spiderman o Mojinos Escozios. ¿Debería dejarla o adaptarme a sus gustos?
Querido Ricardo. Cambiar por otra persona es siempre un error, sobretodo si es de sexo. Pretender cambiar al otro es un error aun mas grande, sobretodo si se trata de un mastín escocés. Sea como sea quiero imaginar que la muchacha está para relamerse hasta los dedos de los pies atendiendo a que esa sería la única razón para aguantar a una gafapastas de tal calibre. Mi recomendación es que la fornique todo lo que pueda y que salga corriendo la primera vez que ella pronuncie el nombre "Isabel". Puede estar seguro que lo que vendrá a continuación será "Coixet" y ninguna mujer por muy buena que esté merece tal sacrificio.

Estimado doctor Gilipollas. Creo que me he enamorado de seis hombres al mismo tiempo, no puedo dejar de pensar en ellos, cada uno de manera diferente. No es amor, es sexo. Firmado: Pepe.
Estimado Pepe. Además de maricón, mentiroso. Ande, ande...

Querido doctor. Mi novia y yo acostumbramos a ducharnos juntos, mas por vicio que por ahorrar agua, no obstante en los últimos meses a mi novia le ha dado por ducharse con agua fría, casi helada y a mi me gusta el agua caliente. El caso es que siempre tenemos que acabar duchándonos con agua fría y de esa manera es imposible ni el acto ni tampoco el aseo. ¿Qué me recomienda? Firmado: José Luis.
Estimado José Luis. En la localidad rusa de Minsk hay un precioso lago helado donde los foraneos del lugar acuden a hacer agujeros en la gruesa capa de hielo para pescar. Le recomiendo que efectúe un viaje con su novia a tan hermoso paraje y una vez allí la empuje a uno de los agujeros en la nieve para observar como se congela ella en el agua mientras grita auxilio. Será una experiencia de lo mas liberadora. Para usted, no para ella, claro. Intente que no haya gente alrededor o podrían declarar como testigos en su contra en el juicio por asesinato... minucias.







Envíen sus preguntas a completamente.gilipollas@hotmail.es o déjenlas en los comentarios. Y recuerden: cuenten siempre la verdad aunque sea mentira.

10 may 2011

Todos somos Chuck Norris


Cada mañana desayuno con Chuck Norris. No me malinterpreten, no convivo con el señor Norris. Aun no. A lo que me refiero es que todos los días en una televisión local emiten a primera hora un capítulo de "walker texas ranger". Da igual el capitulo que veas porque todos son iguales, incluso me atrevería a decir que siempre emiten el mismo capítulo, convencidos que a esas horas los televidentes estamos demasiado dormidos para darnos cuenta. Pero  eso da igual. Chuck siempre resulta implacable en sus maneras. Los malos siempre reciben su merecido. Incluso aunque no lo merezcan. Es más, convencido estoy que Osama Bin Laden fue asesinado por el bueno de Chuck. Ah no... que a Bin Laden no se le asesinó. Fue justicia. Ustedes me disculpen, a veces confundo los términos.

El mundo necesita héroes, aunque sean jubilados con la barba teñida. ¿Quién necesita cine de autor cuando puedes ver por televisión la enésima repetición de una película de Chuck?

Después de última aventura con el cine de autor, necesitaba una sobredosis de Chuck Norris y la conseguí desempolvando mi viejo video betamax y las películas de Chuck. Me tragué cinco seguidas. No soy un actor de porno gay, me refiero a las películas. Durante el visionado me di cuenta de algo... el bueno de Chuck siempre acababa la función del brazo de una rubia neumática. A diferencia de un servidor, Chuck desconocía el amargo sabor de la derrota.

Fui corriendo a por un bolígrafo y un papel y comencé a apuntar las frases de Chuck. Bueno, a por cinco bolígrafos, los cuatro primeros estaban gastados. Bonita metáfora. Las frases iban de "no vuelvas a hacer eso" (o "no debiste decir eso") a la tópica "vas a morder el polvo" pasando por "yo que tu no lo haría" o "¿eso es todo?". Nada de un calado literario relevante, para que negarlo. Pero al menos tenia medio centenar de frases aparentes que parecían ayudar a que Chuck acabe siempre con una hermosa mujer del brazo.

Lo siguiente consistiría en dejarme barba pelirroja y vestirme como una lesbiana que está tomando clases de baile Country. Pero resulta que no soy pelirrojo, mi barba es lampiña e incompleta y el disfraz de vaquero tejano era demasiado para mi exigua economía. No me quedaba otra que confeccionar una barba falsa con algodón y tinte, ponerme una gorra que rezaba "Garaje Hermanas Martínez", meterme dentro de unos sucios tejanos y una camisa a cuadros de tergal y pintar mis deportivas de marrón con un dibujo de una serpiente para que se asemejasen a unas botas vaqueras. Confiaba en que la oscuridad de los locales que pensaba frecuentar hiciesen el resto. Yo gano mucho con la oscuridad.

Y de esta guisa me presenté en los bares del barrio retando a los vecinos con mis frases de película, convencido de que acabaría la película en los brazos de una fémina. Por primera vez en mi vida el plan salió mas o menos bien pues acabé no en los brazos de una mujer sino de tres. Como lo oyen: una mas dos. En concreto en los brazos de una doctora y dos enfermeras del servicio de urgencias del hospital más cercano.

No imagino a Chuck perdiendo en la misma noche tres muelas y dos incisivos, además de una costilla y dos dedos rotos. Golpes por todos lados. Una "andanada de ostias", que se dice vulgarmente. También debo añadir con vergüenza a esta lista de dolorosos agravios, media docena de boquerones en vinagre que un tipo se entretuvo en meter por donde nadie ningún marido ofendido debería entrar nunca en mi organismo. Hay gente muy aburrida y también muy enferma, créanme. Y no hablo de mí pues mientras eso sucedía yo hacía verdaderos esfuerzos para que no se me despegase la barba de pega. Y no vean lo que pican los boquerones en vinagre dentro del cuerpo...

Conste que incluso de esta guisa y con cuerpo y decencia heridas intenté seguir mi "técnica Chuck Norris" en urgencias consiguiendo que mis tres ninfas se ahorrasen unos cuantos calmantes e hiciesen caso omiso de mis gritos.

Y aquí va el consejo de hoy si no han sido ustedes campeones del mundo de karate, olviden el ambicioso plan anteriormente descrito. Las mujeres prefieren los hombres duros. No los hombres que lloriquean por el suelo buscando sus gafas y recogiendo sus dientes.


7 may 2011

Amor no correspondido



Hace no demasiado que intentaba yo relatarles acerca del amor platónico y es en este particular ejercicio de –inútil- enciclopedia vital que hoy daremos un nuevo paso y hablaremos del amor no correspondido. Y fíjense que hablo de amor. No de enchochamiento. Entiendo que para muchos de ustedes, incapaces de diferenciar la parte de delante de la de detrás de la ropa interior, la diferencia entre enchochamiento o enamoramiento es tarea imposible. La solución es fácil: no utilicen ropa interior. O lo que es lo mismo: zapatero a tus zapatos. No, no hablo de ningún próximo ex presidente de Gobierno. ¿Quieren callar y prestar atención? ¿Quién es aquí el experto en sexo? Reconozco que todo lo que sé sobre amor o sexo cabría en un dedal de coser. Y aun quedaría espacio para meter un dedo por muy morcillero que este fuese. Pero que no sepa de la vida no significa que no pueda hablar sobre ella. El mundo está repleto de ignorantes que constantemente hablan sin saber, y lo que es peor: sin que nadie les haya preguntado. Observen a los tertulianos de los programas de televisión, por ejemplo. Puede que yo haga la misma contribución al mundo de la sexología como Falete al mundo del vuelo en ala delta, pero permítanme unos segundos de gracia y continúen esta lectura.

El amor no correspondido es aquel que siendo real es lo más parecido a un antiguo duelo. Uno siempre acabará herido y este acostumbra a ser el enamorado, mientras que el objeto del enamoramiento suele darse la vuelta y regresa caminando tranquilamente a su hogar obviando al herido. Incluso hay casos que incluso ni de da cuenta de lo que ha pasado mientras el enamorado agoniza en el suelo pidiendo auxilio agarrándose un ensangrentado pecho, incluso hay extremos en los que el objeto de nuestro enamoramiento se fuma un cigarrillo sentado en nuestro ensangrentado pecho y utiliza nuestra boca a modo de cenicero. Y seguirá sin darse cuenta de cuánto ha sucedido. Quizás por eso no sea correspondido. Ármense de valor y díganle a su enamorado lo que sucede desde el primer momento, así cuando sean rechazados se habrán ahorrado meses de dudas y falsas esperanzas.

Todos nos hemos enamorado de alguien que no nos ha correspondido, la pareja de un amigo, la compañera de trabajo, la camarera del bar donde desayunamos cada día o un perro caniche que sale a pasear cada día a la misma hora meneando alegremente el rabo. Quien dice caniche dice vecino cubano (lo del rabo también sirve). Pero no siempre somos correspondidos y es aquí donde radica el secreto del amor no correspondido. Porque como su nombre indica: no es correspondido. ¿Simple verdad? Se acaban ustedes de ahorrar estudiar la carrera de psicología y luego la especialidad de sexología. Que las cosas son más sencillas, diablos. Aclarar aquí que salir una noche a tomar copas en el club “El conejito feliz” y quedarse sin dinero para subir a una de las habitaciones con cualquier señorita eso no es amor no correspondido, es simplemente estupidez. Todo el mundo sabe que a los bares de copas hay que ir con las copas puestas.

¿Qué hacer pues en los casos de amor no correspondido? Solo hay dos opciones, o llorar y dejar pasar el tiempo o bien comprar una cinta americana, cuerdas, cloroformo y pescado en salazón para los próximos seis meses. Puede que a primera vista el hecho de secuestrar a nuestro amor sea algo radical pero al cabo unos meses entra en razón y posiblemente consigan que el “no correspondido” se convierta en “correspondido” (a lo que deberán sumar diez años de cárcel por secuestro y coacción). El amor tiene un precio, recuerden. Se preguntaran ustedes porque se tanto del amor no correspondido. Es fácil, es el único amor que conozco. Y no quiero ahora suspiros de lástima por el que suscribe, prefiero suspiros de placer pues aunque no son de amor al menos me engañaré a mi mismo para, después del acto, fumar un cigarrillo. Con lo difícil que se está poniendo fumar hoy en día al menos el sexo invita a ello sin sentirse uno culpable. No se apenen por mí. No se apenen por nadie. La vida es una rueda de hámsteres donde vamos dando vueltas sin más.

Y recuerden que el amor no correspondido es como esa historia donde en un cruce de caminos, un conductor detiene el coche y pregunta a un lugareño: “¿Da igual que coja una u otra carretera para llegar a la ciudad?”

“A mí sí”, replica el otro

Pues eso.


4 may 2011

La mujer más triste del mundo


Hace no demasiado que me abordó un conocido en un bar cercano, me vio y se acercó a mi apartando ruidosamente sillas metálicas a su paso y sosteniendo con  sorprendente equilibrio un carajillo de anís. Cuando estuvo frente a mí, me señaló con un sucio palillo.

-Eh tu, gilipollas. ¿Ya has ligado?

No recordaba su nombre pero si recordaba haberlo visto hablando con todos, sabio cotidiano que sabe más por beodo que por perro. Nunca se había dirigido a mí pero ahora lo hacía, de manera desafiante. ¿Cómo es posible que una historia comience de está manera? Un vecino llamándome gilipollas en un bar. No debería extrañarme.

-No he ligado aun, señor.

Entonces el tipo me apresó con inusitada fuerza del hombro y me arrastró hasta una mesa.

-Invítame a otro carajillo, gilipollas. Ahora.

Le invité, claro. No todos los días uno tenía una oportunidad como aquella de acceder a tal torrente de sabiduría popular.

-No consigo ligar –me quejé amargamente bebiendo mi cerveza.
-¿Sabes cuál es el problema? Escoges siempre a la mujer equivocada.
-Menuda novedad.
-Buscas la más hermosa ¿no? Buscas a la mejor… ¿Quien quiere la mujer más hermosa, los hijos más prefectos, la compañera mejor dotada intelectualmente, los amigos más divertidos? Todo conforma una falacia de magnas proporciones, un ideal que nunca debería existir. La felicidad radica en las cotidianas imperfecciones y son esas damas tristes las cuales huyendo de su aparente imperfección, refúgiense de de la melancolía en abrazos ajenos.

¿Que idioma estaba utilizando aquel tipo? No había entendido absolutamente nada.

-No he entendido absolutamente nada.
-Que las tristes son más fáciles.
-¿Y dónde encuentro a una triste?
-En un parque en otoño, en una librería un lluvioso día de invierno o en la filmoteca en verano. Las reconocerás porque van vestidas con ropas tristes, tienen el pelo descolorido recogido en un moño y caminan con la vista clavada en el suelo. Suelen llevar libros de poesía bajo el brazo y suspiran constantemente, como si fuesen a fallecer en cualquier instante. Si les dices lo que quieren escuchar serán tuyas. Las mujeres tristes son como un bidón de gasolina, solo tienes que acercar una cerilla encendida.
-¿Está hablando de mi pene?
-Tú eres gilipollas, nene.

Y diciendo esto desapareció del bar.

Si no lo había entendido mal debía buscar a una mujer triste, una tristeza surgida desde la más arraigada melancolía del desamor, como la desgarradora melodía de un solo de violonchelo en un entierro. Era fácil, sabía donde encontrar a esa mujer. El bar más triste de Barcelona, un lugar donde las baladas y la poesía eran la moneda de cambio con las que pagar largas copas de vino dulce. Un bar de madera en el barrio de Santa Catalina donde los camareros lucían vistosos y antiguos bigotes y llevaban delantales blancos. Un bar repleto de heridos por la cultura mas lumpen al que yo nunca hubiese entrado de no ser porque buscaba a la mujer más triste del mundo.

Desde luego, la encontré.

Estaba sentada en una de las mesas del fondo, sola. Sus ojos me miraron y en ese momento me parecieron tan tristes como los del besugo que lleva dos días sobre el hielo de la pescadería sin que nadie lo reclame. Su cuerpo podría haber invitado a mucho más que el pecado de la carne si no fuese por esos dos faros de desesperanza que invitaban al suicidio cuando te miraban. A los ojos me refiero, malpensados. Morena, con el pelo largo y lacio hasta la cintura, la piel blanca, casi transparente, los labios finos, desprovista toda ella del color de la vida. Iba vestida con una especie de jersey negro que le venía grande y una falda morada hasta los pies. A pesar del desafortunado ropaje su cuerpo se adivinaba delgado, grácil, estilizado. Y con dos inmensos melones que luchaban por escapar de su textil presidio. Lo más importante, vaya. Ahora si que hablo de sus tetas, malpensados.

Parecía la mujer más triste del mundo, mi trofeo.

Me presenté. Ella apenas movió la cabeza desde el libro que leía, "Teo va al funeral". Siguiendo una invitación inexistente, tomé asiento a su lado y comencé a contarle acerca de mi vida. No conozco historia más triste. Ella parecía seguirme con un fingido interés que iba en aumento proporcional al número de mis desgracias. Cuando hube acabado las lágrimas surcaban su rostro cual húmedas cicatrices. La mujer acababa de convertirse en la definición de lo que significa la compasión.

-Que vida más triste -dijo ella enjuagándose con un pañuelo blanco de encaje.
-¿Fornicamos entonces? -pregunté yo poniendo una de mis dos manos en sus dos pechos.

No quedaban más manos, tampoco más pechos.

La bofetada fue monumental, de esas que resuenan en toda la maldita ciudad durante semanas. Debía haberlo imaginado: la vida -en ocasiones- es demasiado compleja para alguien tan simple como yo. Tambien dolorosa. Muy dolorosa.

Quien dice la vida dice el fornicio.



2 may 2011

Cine de autor


Conocedores son ustedes que frente a una fémina mis principios o mis preferencias resultan tan endebles como papel de fumar mojado. Si una mujer promete un beso y asegura que el astro Sol gira alrededor de la tierra, entonces Copérnico habrá dejado de existir y el centro del sistema solar será la tierra, rebautizado todo como "sistema terrestre". Por un beso. No me digan ahora que nadie ha hecho lo mismo por  sexo amor. Un hombre carece de principios frente a un escote, cualquier hombre heterosexual. Si es un hombre homosexual entonces carece de principios frente un poblado bigote. Ustedes han podido leer muchas de mis aventuras donde he renunciado a casi todo para conseguir lo imprescindible para ser feliz: el fornicio. Esta nueva aventura no podía ser menos. Aunque no hablo de bigotes...

La conocí en un bar junto a unos multicines. Era una hermosa mujer de treintaipocos, con gafas de intelectual, pelo rubio recogido en un moño y cuerpo que invitaba a cualquier locura que incluyese fingir que he leído a Kafka. Yo había ido a ver la ultima película comercial de turno en 3D llena de alienígenas y macizas en biquini mientras ella había acudido a una especie de festival de cine asiático de esos llenos de modernos con gafas de pasta y mujeres sin depilar. Me senté a su lado en la barra del bar y fingí que estaba yo también interesado en tal ejercicio de aburrimiento colectivo con subtítulos. 

Como no estaba dispuesto a perderme yo la película en 3D, quedamos para el día siguiente para ver juntos una de las películas del festival ese del que yo había quedado falsamente maravillado. Recuerden ahora que toda mentira que se precie debe sustentarse en férreos cimientos así que al día siguiente me conecté a Internet donde busque información acerca del director de la película que debíamos ver, un anciano polaco de nombre impronunciable. Memoricé algunos títulos de sus anteriores películas y aproveché para cambiarme la ropa interior y lavarme los dientes a pesar de que ser fin de año. Así pues, competente para el amor, me encontré con la mujer en la cola del cine donde proyectaban lo que iba a ser el nacimiento de 90 minutos de tocamientos y quien sabe que mas. Una cola formada por tipos sin afeitar, gafas de culo de vaso, mochilas tejanas y mujeres con faldas de flores por los tobillos. Aquello parecía la cola de la cafetería de una casa okupa pero eso no podía ser un inconveniente, iba a entrar a una habitación oscura del brazo de una dama. Mi felicidad era casi plena.

Tomamos asiento y al poco rato comenzó el espectáculo. La película apenas tenía dialogo e iba sobre un pobre talibán afgano al que pillan los americanos en el desierto, se les escapa en la nieve y pasa media película perseguido por otros americanos y comiendo hormigas. ¿Mi crítica sobre la película? Mala de solemnidad: no habían mujeres desnudas en ella. 

Durante toda la película intenté que mi mano se deslizase hábilmente por algún resquicio que existiese entre su cuerpo y la butaca pero a cada intento de incursión no autorizado ella parecía revolverse en su asiento aplastándome la mano o apartándome de golpe. Aquella mujer era una auténtica maestra en el arte de la evasión o del contraataque. Después de haberme torcido tres dedos, la muñeca, perder dos uñas y dislocarme el hombro, me di cuenta de que aquel lugar no era el más indicado para establecer terrenal contacto con el ente en cuestión.

A la salida nos dirigimos a un café cercano donde hablamos sobre la película. Yo intenté hacerla entender que “Rambo III” era mejor película sobre el Afganistán y sobre supervivencia pero ella se empeñaba en negar con la cabeza mientras me hablaba sobre no se qué metáforas que supuestamente yo debía haber reconocido en lo que acabábamos de ver. ¿Metáforas? Si ni tan siquiera se lo que significa eso...

Como pueden ustedes imaginar, aquella vez fue la última que vi a aquella mujer. No porque ella no quisiese sino porque mi cupo de imbecilidades tiene una capacidad realmente limitada. Soy perfectamente capaz de soportar cientos de humillaciones por conseguir frotamientos con mujer pero tragarse todo el festival de cine con películas como aquella (es lo que ella pretendía) superaba lo que cualquier tipo como yo puede soportar.

Cuenta la historia que un conocido actor de cine comercial (de esos que disparan en camiseta de tirantes y se cosen las heridas con los dientes) contrajo matrimonio a edad ya avanzada con una joven modelo. Cuando el actor cayó enfermo, su mujer contestó así a un amigo que se interesaba por su salud: “está mucho mejor pero se encuentra aun bajo los efectos de una fuerte seducción”.

Por desgracia no fue lo que me sucedió a mí con la moderna del cine de autor.