"El secreto del éxito es la honestidad. Si puedes evitarla... está hecho" (Groucho Marx)

1 nov 2014

La noche de Halloween (2)



Por fin llegó la noche de Halloween y por fin, podía pude poner mi maquiavélico plan en marcha. ¿Recuerdan a mi vecina y a su hijo? A las ocho en punto, con una puntualidad inglesa impropia de un niño, apareció frente a mi puerta el hijo de mi vecina vestido con una especie de pijama que imitaba a un esqueleto, con una máscara y con esa tontería del truco o trato. También podría haber sido un asesino en serie, un asesino en serie enano y con voz de niño, claro. 

Una vez hubo cogido los caramelos, el niño soltó un tímido “gracias”, se dio la vuelta y salió corriendo en dirección al siguiente vecino. Fue entonces cuando la vi a ella, en la escalera, observando tan tierna estampa. Saqué otro caramelo del bolsilo y extendí mi mano ofreciéndose lo. Ella se acercó, cogió el caramelo y me dio las gracias por ser tan amable con su hijo, luego desenvolvió lentamente el caramelo y se lo metió en la boca con una sonrisa.

Puede que ustedes crean que eso fue erótico y puede que lo fuese, pero también fue ingenuo. ¿Erótico o ingenuo, qué importaba eso? El primer paso de mi diabólico plan acababa de cumplirse con una perfección que me asustaba incluso a mí. Porque, en efecto, los caramelos que le había dado al niño tenían un fuerte sedante y el que le había dado a la madre tenía un poderoso excitante. 

Un momento, un momento, callen un momento feministas y perro flautas del mundo. Lo que acababa de hacer no era nada malo. Las personas llevan siglos emborrachando y drogando las unas a las otras para conseguir sus objetivos. Incluso envenenando. Vale, lo del niño quizás no fue demasiado ético pero en toda guerra hay daños colaterales, incluso en la guerra del amor.

Una hora más tarde me planté frente a la puerta de mi vecina con mi mejor sonrisa dibujada en el rostro e intentando contener una erección de caballo ante la posibilidad de fornicio inminente. Cuando ella abrió la puerta pude ver el deseo reflejado en sus dilatadas pupilas y el sudor de su frente.

-No tengo caramelos para ti –dijo ella.
 -¿Ha ido bien lo de los caramelos del niño?
-Si, pero se ha quedado dormido antes de cenar, supongo que el estrés del día. No sé.
-¿Tu estas bien?
-Sí, supongo, tampoco me encuentro muy bien, tengo mucho calor. Calor el primer día de Noviembre. El mundo está loco.
 -No tienes buena cara. ¿Te encuentras bien? ¿Puedo hacer algo?

La anfetamina estimula el sistema nervioso central mejorando el estado de vigilia y aumentando los niveles de alerta y la capacidad de concentración. Favorece las funciones cognitivas superiores, como la atención y la memoria (en particular, la memoria de trabajo) y muestra sus efectos sobre las funciones ejecutivas. Produce efectos reforzadores, asociando determinadas conductas con emociones placenteras (recompensa). A nivel conductual, refuerza los sistemas implicados en la regulación de las respuestas a emociones específicas; reduce los niveles de impulsividad (autocontrol). Por último, es un agente activante del sistema nervioso simpático, con efectos adrenérgicos periféricos, que se traducen en un aumento en el nivel de actividad motriz, en la resistencia a la fatiga, en la actividad cardio-respiratoria.

La mujer no contestó así que me introduje hábilmente en su casa empujándola a un lado. No obstante, a pesar de que tenía aquella mujer excitada frente a mi, había un pequeño detalle en mi plan que había pasado por alto: investigar a mi victima. 

En cuanto se cerró la puerta a mi espalda intenté besarla y entonces ella, hasta arriba de anfetaminas, me cogió del brazo, me lo retorció en una hábil llave de judo, me lanzó al suelo y me pateó los huevos. Y lo hizo todo a una velocidad sorprendente y con una técnica impecable.

Anoche descubrí dolorosamente que mi vecina del tercero se llama Mireia Sanchez y fue campeona de Europa de judo en el 2004. También es activista de los derechos por las mujeres además de lesbiana y haber adoptado un niño tres años atrás.

Aun me duelen los huevos. 

Sin lugar a dudas, las drogas son muy malas, peor aún que los caramelos.




6 comentarios:

  1. Si es que hay que hacer trabajo de campo antes... Cordiales saludos.

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    1. ¿Trabajo de campo es ir a la Casa de Campo a buscar señoritas que fuman?

      Siempre suyo
      Un completo gilipollas

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  2. SI es que vamos como locos, sin planificarlo todo todo y todo.

    Creo que el hielo va bien...

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    1. Querida mía, llevo dos días con mis partes nobles en hielo y siguen estando hinchadas y plebeyas. ¿Otro remedio?

      Siempre suyo
      Un completo gilipollas

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