¿Han visto a todas esas mujeres montadas en motos a hojarcadas tal que si estuviesen montando un simulador de toro bravo en una feria o quizás montando al propio feriante? Es imposible concentrarse al contemplar todo ese catalogo de muslos al aire o tangas asomando por encima de prietas nalgas. El vestuario femenino es incompatible con montar en moto, he dicho. Y esto es una evidencia incompatible con la seguridad vial, que no de la salubridad mental pues probado está que resulta de lo mas sano contemplar todos esos cuerpos retorciéndose encima de motocicletas y poniendo a prueba la elasticidad y tallaje de sus ropas exteriores o interiores. Una mujer decente debería siempre vestir pantalones de algodón e ir en coche con los muslos fuertemente cerrados. Eso es lo que dicta el decálogo de la mujer moderna (escrito en 1945) pero resulta que el mundo está repleto de mujeres que proclaman su indecencia a los cuatro vientos lo cual no me parece mal, es mas, estoy firmemente convencido de que el mundo iría mejor si todas las mujeres proclamasen sus indecencias a los cuatro vientos. Pero entonces volveremos de nuevo al tema de la seguridad vial. ¿Que sucede cuando un hombre en moto, coche, bicicleta o burro se coloca junto a una indecente en moto? Cierto: toda precaución desaparece y sus ojos se clavan en las carnes de las mozas motorizadas obviando señales de trafico, semáforos o peatones. Así pues queda claro que hay una regla no escrita que indica que la mayoría de accidentes, infracciones o multas son culpa de las mozas en moto. Y si es verano la "mayoría" pasa a ser la "totalidad". Propongo pues que se haga un fondo de compensación para que las mujeres en moto se hagan cargo de los gastos que conllevan los accidentes, infracciones o multas causadas a la población masculina. Y ya ni les cuento de las mozas que caminan con breves ropajes o los anuncios de ropa interior en las paradas de autobuses.
La seguridad vial siempre será incompatible con la carnal feminidad. Por mucho que les guste a ustedes llevar semejante máquina rugiente entre las piernas, queridas mias.
He dicho.
La seguridad vial siempre será incompatible con la carnal feminidad. Por mucho que les guste a ustedes llevar semejante máquina rugiente entre las piernas, queridas mias.
He dicho.