En el oficio de periodista, como en el de afilador, zapatero o costurera, se respira últimamente con cierta dificultad, conscientes todos de su condición de especie de extinción. Y no porque hayan desaparecido los cuchillos, los zapatos, los descosidos o las noticias. Sino porque se ha quemado el bosque, así de simple. No queda espacio en el planeta para ciertas especies protegidas. Ahora solo hay espacio para peces con tres ojos o caballos con cinco patas, en el circo de Chernobil hay lugar para todos siempre que no sean normales, siempre que hagan caso al jefe de pista. De repente ha dejado de vender la verdad, siendo sustituida por el nuevo oficio de crear la verdad acorde al color del espejo que tenemos delante. Hace 40 años Berenstein y Woodward demostraron el poder de la prensa independiente, el poder de la prensa en democracia Pero también mostraron a los políticos el peligro de que alguien les muestre lo miserables que pueden llegar a ser en su carrera por ser los amos del puticlub. Así pues los medios de comunicación se convirtieron en circos donde todo salto mortal se hacía con red porque nadie estaba dispuesto a perder su trabajo. Hoy en día Berenstein y Woodward redactarían pies de foto en el "Diez Minutos" o se exprimirían las meninges en rellenar esos globitos del "Cuore" con juegos de palabras. Y no porque estos dos señores hubiesen dejado de ser magníficos periodistas sino simplemente porque un stripper no tiene espacio en una misa de domingo, al menos no en el altar al ritmo de "Macho Man". Adiós a la libertad de pensamiento, hola al pensamiento único, un único a la derecha, otro único a la izquierda, otro único con los banqueros, otro único con los osos pardos despedazando salmones... y así hasta el infinito.
Y no nos llamemos a engaño, existe tanto maniqueísmo en un extremo que en el otro, en cualquier extremo de esta poliédrica democracia. No sirve el argumento de que los medios de comunicación afines a la derecha son partidistas y los afines a la izquierda no. Simplemente porque la estupidez no conoce de ideologías. A todos les gusta manipular por el simple motivo de que a todos nos encanta el poder.
Y hablando de hacer eso que tanto nos gusta en este país que es colocar etiquetas a la gente... ¿quien es el culpable? ¿El empleado o el empleador?
La culpa es de los medios de comunicación: mentira. Los medios de comunicación no son entes pensantes por si mismos. No son mesas de despacho que, cual transformers patrios, se convierten en seres que que hablan y actúan. Detrás de los medios de comunicación hay personas y acostumbran a ser periodistas tan rigurosos como comer pescado congelado en un restaurante con estrellas Michelín. Pero son periodistas, o lo fueron en algún momento antes de golpearse en la cabeza con la puerta del armario donde se escondían.
La culpa es de los periodistas: mentira. No podemos caer en el error medieval de cortarle las manos al mensajero. Si el Rey dice que el cielo es verde, diremos que lo es a riesgo de abonar con nuestros huesos las rosas de la reina. A esto se llama "dar de comer a nuestros hijos".
Pones la televisión y llaman "periodismo de investigación" a mostrar imágenes de huesos quemados, a cámaras ocultas a prostitutas de lujo, a hablar sobre la separación del último famosillo de turno o a atacar a todos aquellos que no piensan como ellos. ¿Son los periodistas culpables de este magnífico despropósito? Acudamos a la RAE (después de habernos bebido un par de Gintonics)...
1. com. Persona legalmente autorizada para ejercer el periodismo.
2. com. Persona profesionalmente dedicada en un periódico o en un medio audiovisual a tareas literarias o gráficas de información o de creación de opinión.
"Persona legalmente autorizada". O sea, que lo importante es que tenga un carné de periodismo, no que tenga cerebro. Y la segunda definición ofrece una joya aun mejor: "creación de opinión". Así pues el periodista es un creador de opinión.
Si esto es así entonces no hay nada que reprochar a los actuales medios de comunicación. Por otra parte siempre he creído que un periodista es un profesional imparcial que cuenta unos hechos pudiendo añadir su opinión personal pero no con la intención de crear una opinión. Todos esto es demasiado confuso, es como esas conversaciones que mantienes a las cinco de la mañana con alguien con quien quieres acostarte, hablas y hablas pero al final ni sabes lo que dices.
Recapitulemos. Ya sabemos lo que no es un periodista... ¿y el periodismo?
Bill Kovach y Tom Rosentiel, dos periodistas expertos en comunicación, se dedicaron durante años a entrevistar a cientos de colegas periodistas sobre el oficio del periodismo y llegaron a una conclusión que escribieron a modo de decálogo en el libro "The Elements of Journalism", que son:
1. La primera obligación del periodismo es la verdad.
2. Su primera lealtad es hacia los ciudadanos.
3. Su esencia es la disciplina de la verificación.
4. Sus profesionales deben ser independientes de los hechos y personas sobre las que informan.
5. Debe servir como un vigilante independiente del poder.
6. Debe otorgar tribuna a las críticas públicas y al compromiso.
7. Ha de esforzarse en hacer de lo importante algo interesante y oportuno.
8. Debe seguir las noticias de forma a la vez exhaustiva y proporcionada.
9. Sus profesionales deben tener derecho a ejercer lo que les dicta su conciencia
Difícil de cumplir ¿verdad amigos periodistas? Difícil de cumplir ni una sola de estas directrices sin perder el empleo. Porque permítanne adelantarles que si su intención es seguir este decálogo a pie de la letra están destinados ustedes a compartir espacio con electricistas y camareros en una maravillosa y lucida cola del paro.
Pero no se desesperen porque si sucede que carecen ustedes de escrúpulos y son hábiles en el arte de adivinar lo que piensa quien le paga... entonces adelante, pueden comenzar por TVE, Telencinco, Cuatro, Telemadrid, Antena 3, La Sexta, El Mundo, El País, La Gaceta, ABC... porque lo miremos como lo miremos, no se salva ni uno. Da igual con que mano se comete un delito, si con la derecha o la izquierda, el delito es el mismo.
Posiblemente esté equivocado y ustedes periodistas (o no) asegurarán que esto no es así, asegurarán con vehemencia que aun queda espacio en este mundo para Berenstein o Woodwards. Quizás tengan razón pero algo me dice que ese es un espacio tan pequeño que apenas conseguiremos encontrarlo.
Creo que por eso practico el sexo a la hora del telediario. Porque prefiero joder a que me jodan. Aunque no me hagan demasiado caso, solo soy un completo gilipollas.