El radiocasete extraible. Lo que el invento de radiocasete (léase "gadiocaset") extraible para coche significó en los ochenta es algo que aun hoy día los sabios aun no han aprendido a valorar en su justa medida. De repente, miles de personas, casadas o no, con hijos o no, de cualquier condición social, sexual o política se encontraron con una mascota metálica que debían pasear por todos lados. ¿Quién no recuerda aquellas barras de bar llenas de radiocasetes extraibles? La gente los cargaba como quien carga con los abuelos en vacaciones, con igual entusiasmo. Nos montábamos una hora al día en el coche pero cargábamos con el radiocasete extraible el resto del día. Para los que no lo sepan, el radiocasete extraible, como su nombre indica, se extraía completamente del coche. ¿Para que inventar algo mas práctico? Llevávamos el aparto entero lo cual era como si para que no nos robasen la moto entrásemos con la moto en el bar a tomar unas cañas. Ahora recuerdo que una vez entré en un bar con una moto pero esa es una historia que incluye alcohol, enanos, una cabra y mucho amor. Pero como no incluye un radiocasete (léase "gadiocaset") extraible me temo que la dejaré para otro momento.
El cajero automático. Invento surgido en la década de los ochenta que nos dejó perplejos a todos por igual, en especial a las abuelas y los señores con bisoñé. Desde los tiempos de los Persas que habíamos tenido que hacer cola en la oficina bancaria para que un señor con bigotito y cara de cabreo nos diese unos billetes. Así era el mundo mis queridos niños: si querías dinero tenías que pedírselo por favor a un señor de dudosa amabilidad que comía un bocadillo de sardinas envuelto en papel de periódico. Pero de pronto, un día, aparecieron una especie de aparatos en las puertas de los bancos donde metías una tarjeta de visita de plástico y daban billetes tal que un borracho en un local de striptease. ¿Qué estaba sucediendo? Nunca lo supimos y aun hoy hay gente que busca a los enanos que hay dentro de los cajeros automáticos. Personalmente creo que es una leyenda urbana, estoy convencido que quien te da el dinero en un cajero automático es el señor de bigotito y dudosa amabilidad a quien han amputado las piernas.
El control remoto. Todo aparato electrónico que se precie ha de tener cientos de opciones, cuanto mas complejas mejor, si no es así en vez de un aparato electrónico estaríamos hablando de una sartén o de una suegra. En los primeros televisores o equipos de sonidos tenías opciones a elegir: canales, volumen, contraste, etc. Pero en esta nueva complejidad tecnológica fue que encontramos un grave inconveniente. La persona que disfrutaba del placer que le otorgaba ese aparato (no hablo de sexo) debía levantarse del sofá cada vez que quería cambiar de canal, de emisora o el volumen. Fue entonces, en la década de los sesenta cuando se inventaron los niños a quienes sus progenitores daban un pescozón para que se levantasen y oprimiesen los botones de los aparatos (tampoco nada sexual). Y fue entonces en los años ochenta que se comercializó el mando a distancia sin el cual hoy en día seríamos incapaces de vivir. ¿Cuantas veces hemos bajado al badulaque a las diez de la noche en bata de boatiné a comprar pilas porque el mando a distancia no funcionaba? Sin el mando a distancia deberíamos bajarnos del coche para abrir la puerta del parking o levantarnos del sofá para apagar la televisión cuando empieza "Sálvame". ¿Lo peor de todo? A pesar de haber inventado el control remoto, aun hay niños en el mundo lo que demuestra la inutilidad del invento.
La pastilla anticonceptiva. Aunque la pastilla anticonceptiva se inventó originalmente en los años 50s no fue hasta 1978 que se introdujo (nunca mejor dicho) en España y fue en la decaída de los 80s que significó el auge de este milagro de la química que permitía a los hombres evitar que plastificasen una parte de su cuerpo en el mayor momento de gloria erótica. Pongámonos en contexto, en los 80s España aun era un país de toreros y carajillos de anís y cualquier cosa que significase fornicar sin castigar el placer, significaba un avance. Así pues, los machos hispanos decidimos dejar toda la responsabilidad en manos de las mujeres, arrojamos los condones a la basura y comenzamos a repartir nuestro amor de forma instantánea en el simple acto de bajarnos la cremallera. En caso de accidente simplemente había que decir "¿No decías que tomabas la píldora? Pues ese hijo no es mío". Por desgracia este momento de gloria masculina acabó cuando apareció una enfermedad que comenzó siendo de señores que besan a señores volvió a poner de moda el plastificarse el miembro viril y después las mujeres consiguieron el voto y vistieron trajes chaqueta y todo se fue a la mierda. Hoy en día es un invento en desuso porque el único sexo que conoce el hombre del siglo XXI es tocarse delante de una pantalla de ordenador. Sexo seguro. Seguro que si.