Dicen que si quieres que las cosas salgan bien debes hacerlas por ti mismo. Mentira. Llevo 45 años intentando hacer las cosas por mi mismo y no he conseguido hacer ni una sola bien. Ni tan solo una. Si quiero comer bien voy a un restaurante, si quiero buen amor voy al club "el conejito feliz" y si quiero una casa limpia me mudo a un hotel. También hay gente con las capacidades mínimas para hacer cualquier cosa que se propongan, no es necesario que lo hagan bien, son simples supervivientes. Yo ni eso. Muchos de ustedes pensaran que este blog es algo que pretendí hacer y me salió bien. Deben saber entonces que este blog nació con la intención de encontrar a la próxima señora gilipollas o, en su defecto, a alguien que me calentase las noches de invierno. Pero resulta que se acerca el tercer invierno y sigo con las mismas perspectivas que al comenzar. Dicen que si quieres que algo salga bien has de poner todo tu empeño en ello. Mentira también. Por mucho que intente hacer las cosas bien siempre me salen mal. ¿Qué sucede entonces? La suerte claro, esa aliada de los guapos y los ricos. Una vez me regalaron una estupidez de libro de autoayuda que decía que la suerte solo llega si pones empeño en ello. Pues sepan ustedes que yo pongo todo el empeño del mundo pero a mi puerta solo acuden los testigos de Jehova, el cartero y vendedores de aspiradoras a domicilio. Ni supermodelos ninfomaniacas ni tampoco el equipo sueco de bronceado. Y deben saber ustedes que pongo mucho empeño, no solo un empeño leve y distraído. Así pues, si no tengo suerte ni capacidades... ¿que puedo esperar de la vida?
Muchas veces acudo a referentes masculinos en películas o series para estudiar que es lo que quieren las mujeres. O al menos que les atrae, aunque sea ficción. He llegado a la conclusión que las mujeres se sienten atraídas por los cirujanos rubios con rizos, musculados, con mala leche y una gran pistola. Algo asi como un cruce entre los protagonistas de "Anatomía de Grey", "El Mentalista", "Espartacus", "House" y "C.S.I". Sinceramente, no se que pueden ver las mujeres en todos esos tipos que son mas de plástico que el ultimo amante de la Duquesa de Alba. Pero a quien no intenta las cosas suele llamársele cobarde. O gilipollas fracasado.
Así pues fui a una tienda de disfraces y compré una peluca de rubios rizos ("El mentalista"), un taparrabos ("Espartacus"), un gorrito de colores de cirujano ("Anatomía de Grey"), un bastón para caminar ("House") y una pistola de plástico con gafas de sol de espejo ("C.S.I."). Así de esta guisa salí a la calle. Ya pueden imaginar el cachondeo que se montó en el barrio. Las mujeres huían a mi paso, los niños me seguían como a un turista en Marruecos y finalmente dos fornidos policías me llevaron a comisaria acusado de exhibición y altercado del orden. Al menos había aprendido algo. Lo mejor no es la suma de los diferentes buenos. Las mujeres no quieren al mejor a no ser que sea ficción. En realidad las mujeres quieren hombres de carne y hueso, con defectos.
Si esto es así yo debería ser el amante por excelencia. Tengo carne de sobra, huesos grandes y todos los defectos del mundo. Pero resulta que las mujeres tampoco lo quieren todo. No quieren la suma de todo lo bueno, tampoco de todo lo malo, ni tan solo quieren la suma de su hombre ideal. Lo cual me lleva a replantearme que quieren realmente las mujeres.
Si esto es así yo debería ser el amante por excelencia. Tengo carne de sobra, huesos grandes y todos los defectos del mundo. Pero resulta que las mujeres tampoco lo quieren todo. No quieren la suma de todo lo bueno, tampoco de todo lo malo, ni tan solo quieren la suma de su hombre ideal. Lo cual me lleva a replantearme que quieren realmente las mujeres.
Para contestar a esta pregunta acudí al club "El conejito feliz" para descubrir que allí las mujeres lo único que querían eran que pagases tu tarifa y no te excedieses del tiempo pactado. No creo que eso fuese el estándar del deseo femenino, ¿Dónde encontrar mujeres aparte de en las rebajas de El Corte Inglés? En un mercado, claro pero ahí comprobé que las mujeres solo querían producto fresco al menor precio. En el bar las mujeres querían tomarse su café sin que un patán como yo las molestase y en la consulta del medico las mujeres querían quitarse esos horribles picores en sus zonas mas intimas. Lo que me llevó a la conclusión de que lo que una mujer desea va en función del escenario, no de sus coprotagonistas. O sea, de nada servía adaptarme al gusto de las mujeres porque ni yo era un coche deportivo ni tampoco un abrigo de pieles ni aun menos yo soy un ático dúplex en el centro de la ciudad.
Resumiendo: no tengo dinero, no soy guapo ni tampoco inteligente (el episodio aquí descrito de los disfraces confirma esto último). Aun menos se lo que quieren las mujeres. Quizás solo quieran un tipo normal que les mienta únicamente para decir lo bien que les queda el peinado o la ropa. Eso partiendo de la base que las mujeres necesiten a los hombres. Porque me parece que la conclusión de todo esto es que nosotros necesitamos mas a las mujeres que ellas a nosotros.