Hoy es el día de San Calcetín, maravillosa tradición donde los enamorados
se regalan calcetines en forma de ofrenda para sustituir a los que ya lucen con
tantos agujeros que parecen una tomatera de cultivo ecológico. El día de San
Calcetín suele decirse todo aquello que no se dice el resto del año, cosas como
“seremos calcetines el resto de nuestras vidas” o “me encantan tus calcetines”.
Es un día para celebrar, por supuesto,
no todos los días renovamos la ropa interior o los complementos. Por cierto…
¿San calcetín es el santo de la ropa interior o de los complementos? Siempre he
pensado que era un sentimiento muy interior, pero, con el paso de los años, me
he dado cuenta que es la fiesta de los complementos. Dicen las malas lenguas
(aquellos que no regalan calcetines ni por Navidad) que la fiesta de San
Calcetín se instauró para que las mercerías vendiesen más calcetines, apelando
a ese vínculo de fraternidad textil que existe en cualquier pareja que se
precie. Que puedo saber yo… hace siglos que nadie me regala calcetines ni tan
solo por San Calcetín, en vez de eso debo acudir a mercadillos de extrarradio
para, previo pago, encontrar el calcetín para mi pie. Aunque esos calcetines
son tan solo una ilusión, algo que se rompe de inmediato cual boleto de la
lotería no premiado. Solo espero que hoy, día de San Calcetín, alguna alma
caritativa se apiade de mis desafortunados pies y le regale esos calcetines que
hace siglos estoy esperando.
Sea como fuere: ¡feliz san calcetín a todos!