En estas señaladas fechas, como
buen gilipollas que pretendo, me veo obligado a resumir el año transcurrido al mismo
tiempo que odio con todas mis fuerzas todos aquellos que quieren resumir el
transcurrir de su propio año. Será porque solo me intereso a mí mismo, el
gilipollismo tiene eso: alimenta el egocentrismo. Sea como sea, voy a intentar
hacer un resumen de mi año aunque lo voy a hacer huyendo de textos cursis ni
tampoco acompañándolos de una bonita estampa mía alzando una copa (de plástico)
de cava (barato) en un (frio) parque la (desoladora) primera mañana del año.
Mi 2015 fue divertido, no puedo
negar la evidencia, pasaron muchas cosas y casi todas fueron eso: divertidas. A saber: encontré el ejemplar 7 del cómic “The Amazing Spiderman”, acabé el puzle
de 200 piezas de Popeye, perfeccioné mi técnica para encender una barbacoa sin
que la carne acabe con sabor a gasolina y por fin puse en mi móvil el tono de la
serie de TV de “Starsky y Hutch”. Puede parezcan logros menores pero la vida
del gilipollas es así, una juerga continua de series de televisión, cómics y
cerveza barata. Respecto a las mujeres mejor no hago ningún resumen porque
estoy comiendo una piza (des)congelada y me atraganto cuando lloro.
Mis propósitos para el 2016 son
bien simples: no tener que picar demasiada piedra para encontrar oro. O lo que
es lo mismo: fornicar sin esfuerzo. Me refiero al esfuerzo previo al fornicio
porque el sudor lo asumo como uno de esos inconvenientes indisolubles del
placer mismo. ¿Dónde encontrar esas mujeres? No tengo demasiado dinero porque
me gasté todos mis ahorros en una caja de gambones congelados para Nochebuena, así
que deberé evitar bares de carretera, restaurantes chinos y el consulado de
Bielorrusia. Quizás lo mejor sea tirar de agenda y ver si consigo emborrachar a
alguna conocida a quien en el pasado ya intenté emborrachar sin demasiado éxito.
Nunca se sabe. Lo malo de este tipo de situaciones es que yo también acabo borracho
y mi pene adquiere las proporciones de un percebe enano (el mismo olor, a
veces).
Quizás debiese plantearme
estudiar algo, quizás cambiar de trabajo… bueno, encontrar trabajo. Quizás
debería plantearme cambiar de peinado y de vestuario. Seguro que eso ayudaría a que el 2016 fuese
mejor que el 2015, el 2014, el 2015… (sigan ustedes hasta 1966). Pero resulta
que se estoy tan cómodo en mi sofá de polipiel y rodeado de mis ácaros que no
creo que tanto esfuerzo proporcione ningún beneficio en relación.
Lo sé, muchos de ustedes (por no
decir todos) estarán ahora con el ceño fruncido pensando que este texto es
deprimente. Permítanme contestarles una
cosa. Si son ustedes hombres, en efecto reconozco que es deprimente. Pero si
son ustedes mujeres… ¿no doy pena?
El sexo por compasión sigue
siendo mi baza más segura para el 2016…