No creo en Dios y espero que
ustedes no me juzguen por eso de la misma manera que yo no juzgo a la gente que
duerme con cabras. Cada persona es libre de pensar lo que quiera en esta
prisión que es nuestra sociedad. Ustedes crean en Dios, de acuerdo, pero les
ruego que cuando vuelva decir que no creo en Dios no aparezca alguien dispuesto a interrogarme sobre lo
qué sucederá con mi cuerpo después de muerto, o a hablarme sobre el cielo,
sobre la bondad del más allá, sobre un mundo sin hipotecas. Cuando eso sucede, saco de mi cartera un viejo recorte de un diario que explica -con más detalle
de los necesarios- lo que un tal George -un necrófilo capturado por la policía-
hacia con los cadáveres en una funeraria de California. Estoy convencido que es
más probable que un señor de California que se llame George abuse de mi cadáver que ir a un cielo
lleno de querubines sin sexo tocando trompetas. Entiéndanme, cada uno es libre
de pensar en lo que desee pero de la misma manera que es una putada que alguien
pueda sugerir que George de California vejará tu cadáver (como acabo yo de hacer) es también
una putada que alguien te hable de una vida eterna que nadie ha podido
demostrar que existe. Por supuesto que tengo mis momentos de debilidad y creo
en Dios, sobre todo cuando veo los desfiles de Victoria’s Secrets pero mi Dios,
aunque se le haya ido un poco la mano con la silicona, no mete miedo a nadie.
No puedo creer en una religión que castiga el placer solo por el hecho de ser
placer. ¡Por el amor de Dios! (nunca mejor dicho). No tengo sexo para procrear, tengo sexo para que
me tiemble el alma, aunque sea sexo conmigo mismo. ¿Dios me ama? Pues que me
permita amarme a mí mismo o amar a los demás con la libertad de no tener cien
hijos ni acabar en el infierno por masturbador compulsivo. ¿O es que Dios solo
ama a los que creen en él? Eso es algo que nunca me ha parecido justo, que un señor invisible que vive por encima de nuestras cabezas solo ame a los que creen en él. ¡Pero
si eres invisible tio! ¿Cómo puede creer nadie en algo que nadie ha visto? Creo que llegamos a la luna y creo en los orgasmos múltiples aunque
nunca lo haya visto en persona. Pero hay evidencias de ello. Sobre todo de la
llegada al hombre a la Luna. Lo de los orgasmos múltiples es más cuestionable. O sea, que para ser católico
debo creer en alguien a quien no puedo ver, no puedo tener sexo ocasional y con
todo eso conseguiré ir al cielo cuando muera. ¿Qué sucede entonces con los
pilotos de avión y las azafatas? Esos ya están en el cielo y estoy seguro
que tienen más sexo ocasional del que puede tener nadie. ¿Por qué debo rezar a
alguien que no ha hecho nada por mí? No lo entiendo. De verdad que me gustaría
ser católico y cantar todas esas bonitas canciones los domingos en misa pero
sucede que no entra en mi cabeza el hecho que deba agradecer a alguien que no
puedo ver cosas que no se si ha hecho. Porque si realmente Dios es responsable
de todos nuestros actos no entiendo porque permite tantas desgracias. Entiendo
que ese señor invisible quiera poner a prueba a su creación. Pero si yo me
compro un coche no lo despeño por un barranco a ver si se abolla. Dios nos hizo
débiles… Es así ¿no? Pues que deje de putearnos. O eso o es simplemente que no
existe Dios.
No les discuto a mis amigos que
crean en Dios. Que lo hagan, lo respeto. Pero por eso precisamente no les permito que me discutan
que yo no crea en Dios. Odio que nadie me quiera convencer en cinco minutos de
algo sobre lo que llevo pensando toda la vida. No creo en Dios, solo creo en el
sexo esporádico y en las modelos de Victoria’s Secret.
Aunque ahora que lo pienso, si
estas dos últimas cosas fuesen juntas posiblemente sí creería en algún tipo de Dios.