Cuando comienza el año, nos empeñamos en confeccionar una lista de las cosas que creemos que nos ayudarán a ser mejores... pero que nunca nos harán ser mejores (porque nunca las vamos a cumplir). Y eso no es ninguna desgracia. Nosotros mismos somos ese cúmulo de cosas que, puestas en línea, conforman
el dibujo de cuanto querríamos ser. Para arreglar el coche primero hay que saber que está roto y cuando llega el momento de ser mecánicos de nuestras vidas creemos conducir un Ferrari ultimo modelo. Pero no. Cuando uno hace un retrato de si mismo
ha de ser coherente y ponerlo todo encima de la mesa, lo bueno y lo malo,
porque si no la línea se convierte en algo intermitente y el dibujo en incompleto. Y no ha de pretender cambiar todo lo malo, por mucho que le disguste o por muchas ofertas que recibamos del gimnasio. Somos lo que somos.
Yo soy mentiroso, me gusta la cerveza sin medida, soy infiel aunque no tengo a quien serlo, no me gusto (ni gusto a los demás), me follo todo lo que se me pone por delante sin
importarme qué relación tiene conmigo ni las consecuencias (aunque por desgracia nunca follo con lo que tampoco hay consecuencias), soy un vago, soy el peor amigo que nadie puede tener, soy un histérico y soy un cobarde
de proporciones épicas.
Lo más lógico sería pegarme ahora mismo un tiro en la cabeza, como a un caballo de carreras al que se le ha roto una pata. Pero tampoco. El mundo necesita gente como yo, gente despreciable en proporciones tan descomunales que nos haga plantearnos si la segregación es necesaria. El mundo necesita gente como yo para que los pecados de los demás sigan siendo veniales en comparación al resto. El mundo necesita guerras para entender la paz, necesita dolor para entender el placer y necesita telecinco para saber lo que no ha de ver. En un mundo de infinitos colores, el blanco y negro siempre aclara las cosas, sobre todo a los cortos de vista.
Lo más lógico sería pegarme ahora mismo un tiro en la cabeza, como a un caballo de carreras al que se le ha roto una pata. Pero tampoco. El mundo necesita gente como yo, gente despreciable en proporciones tan descomunales que nos haga plantearnos si la segregación es necesaria. El mundo necesita gente como yo para que los pecados de los demás sigan siendo veniales en comparación al resto. El mundo necesita guerras para entender la paz, necesita dolor para entender el placer y necesita telecinco para saber lo que no ha de ver. En un mundo de infinitos colores, el blanco y negro siempre aclara las cosas, sobre todo a los cortos de vista.
Así soy yo, lo peor. ¿Son capaces ustedes de hacer lo mismo? Soy un completo gilipollas.
Feliz 2015.
Feliz 2015.
Personalmente no necesito ciertas cosas para contrastar con otras, sin embargo completos "gilipollas" como usted si me hacen valorarlo frente a los genuinos.
ResponderEliminarUn abrazo.
(Y feliz año)
Gracias amigo, es la primera vez que agradezco a alguien que no me llame "genuino". Feliz año.
EliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas
Así es usted, inimitable, gracias
ResponderEliminarFeliz 2015
Gracias querida. Menos las figuritas de LLadró, todo es genuinamente inimitable.
EliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas
Sublime pero no sea tan duro consigo mismo, o mejor sí y así compensa el autoengaño de muchos. Feliz 2000Gili.
ResponderEliminarGracias amigo, feliz año. No soy duro conmigo mismo, solo soy realista. Si fuese duro y falso sería un culturista de gimnasio.
EliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas
EL CONEJITO FELIIZ!!!!
ResponderEliminarQue tiempos...
EliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas
Tengamos fe, querida. Algo me dice que todo mejorará...
ResponderEliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas