"El secreto del éxito es la honestidad. Si puedes evitarla... está hecho" (Groucho Marx)

2 abr 2015

Semana Santa (4): La mujer que apretaba con fuerza los muslos




Aprovechando que es Semana Santa, les voy a contar una historia que me sucedió en Semana Santa pero del año pasado, cuando tuve una cita con una persona del barrio a la que todos conocemos como “la monja”. La cita era para desplegar todo mi arsenal de seducción y descubrir si es verdad o no lo del ayuno de comer carne. Como imaginarán ustedes, “la monja” era una de esas mujeres de faldas largas, jerseys anchos, colores oscuros y moño propio de novela de Benito Pérez-Galdós. Una de esas mujeres que no se maquillan, no se depilan, solo cenan verdura, usan gafas de culo de vaso y se santiguan cada vez que escuchan a un niño decir “culo” por la calle. ¿Qué atractivo puede tener una mujer así para mí? Bueno, es una mujer, con eso ya lo he dicho todo. ¿Y cómo conseguí una cita con ella? Pues como cualquier hombre que se precie, consigue atraer la atención de una mujer: con mentiras. Un domingo pasado la abordé a la salida de la iglesia y le conté una magnifica historia donde quien suscribe había visto la luz y quería que, aprovechando la Semana Santa, ella me abriese la mente a la religión. Por supuesto quien quería abrir otra cosa era yo…

Quedamos en una cafetería cercana a la iglesia, ella apareció vestida como siempre, con el pelo recogido en un moño y la vista pegada en el suelo.

-¿Bebes cerveza? –preguntó al tomar asiento y ver la cerveza que sostenía yo en la mano.
-Bueno, solo una, estoy nervioso.
-Beber alcohol nubla los sentidos y nos acerca a la parte más oscura de nosotros mismos.

Eso ya lo sabía yo, aunque también sabía que es solo teoría. Llevo años emborrachando a mujeres y nunca he llegado a la parte más oscura de ellas.

 -Lo sé –dije fingiendo cara de gatito de powerpoint- será la última cerveza que pruebe, seguramente.
 -Yo quiero un agua, sin gas y del tiempo. ¿Puedes pedírmela?

Me levanté y pedí eso al camarero. Una maravillosa agua sin gas y del tiempo. Posiblemente el gas y el frio eran también pecado para ella. Aproveché para pagar las cuatro cervezas que me había tomado mientras esperada. Y la casta agua también, claro.

 -¿Por qué quieres volverte católico? –pregunto ella mientras bebía agua a sorbitos del vaso como un colibrí.
 -Mi vida no tiene sentido. Necesito una mano que me guie –dije poniendo mi mano abierta encima de la mesa para que ella me la cogiera.
-Dios te acogerá en tu seno, seguro –contestó ella haciendo caso omiso de mi mano.
-Además, quiero dejar todos los vicios y formar una familia, tener hijos, ser útil.
-Qué bonito –dijo ella sonriendo.
-¿Tu nunca has pensado en formar una familia? –pregunté

La mujer que apretaba con fuerza los muslos dejó escapar una sonrisa y desvió su vista hacia su vaso de agua.

-No he encontrado el hombre aún.
-¿Te imaginas que fuese yo?

La mujer que apretaba con fuerza los muslos no contestó, se limitó a mirarme y negó con la cabeza.

-Primero debes demostrar que abrazas a Dios –comenzó ella al cabo de un rato- debes confesar todos tus pecados, cumplir tu penitencia, renovar tus votos, ir cada día a misa, comportarte como un buen cristiano…
-¿Todo eso para follar contigo? –dije en voz alta.

Primera regla del perfecto seductor: por muy sorprendido que esté uno ante cualquier situación, siempre sea han de mantener los pensamientos mas sinceros, lejos de la boca. La verbalización de los sentimientos es lo peor que puede pasar cuando un hombre tiene un perfecto plan para seducir a una mujer.
Por supuesto que no volví a saber de la mujer que apretaba con fuerza los muslos. Algún día me crucé con ella por la calle pero como saludo solo conseguí que desviase la mirada y se santiguase, como si yo fuese alguna suerte de demonio con cuernos y rabo.

Bueno, cuernos no tengo.


8 comentarios:

  1. Ja,ja,ja,ja,ja...¡Eres un crack!Perfecta descripción;mira,justo ayer en el tranvía había una de estas,lo has clavado.Un casto y tibio beso

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    1. Gracias querida. Ya me gustaría haberla clavado pero no se dieron ni las circunstancias ni las ganas. Ah... clavado... perdone.

      Respecto a sus castos y tibios besos, debe saber que comienzo a ponerme nervioso y cuando me pongo nervioso me hago pipi encima.

      Siempre suyo
      Un completo gilipollas

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  2. Destapó usted su estrategia demasiado pronto. Parece mentira viniendo de usted un error tan de principiante.

    Cordiales saludos.

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    1. Son las ganas, querida. Tomo nota, por eso...

      Siempre suyo
      Un completo gilipollas

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  3. ay dios (me santiguo) es que apretar los muslos con fuerza es mu ricoooooo :)

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    1. Otra cosa la apretaría yo a usted querida... :)

      Siempre suyo
      Un completo gilipollas

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  4. Divertido relato acerca de una de éstas seudo monjas que pululan por ahí abundando la diversidad demencial de patologías.

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