"El secreto del éxito es la honestidad. Si puedes evitarla... está hecho" (Groucho Marx)

24 ene 2018

El conflicto catalán explicado por un completo gilipollas




Voy a intentar exponer aquí y ahora lo que significa el (mal) llamado “conflicto catalán” con el único propósito que comprendan lo que es y como sucede sin tener que preguntarle al chino del bar de la esquina (ese que lo sabe todo). Para redactar este texto he me he visto obligado a hacer un curso acelerado de historia en la web de Intereconomía porque hasta hace dos meses creía yo que lo del conflicto catalán hacía referencia a si el fuet era originario de Olot o de Vic. Pero, ante las adversidades: superación. Una advertencia: esto es un texto riguroso y desapasionado, basado en la realidad y alejado de toda ironía o metáfora. Si alguien se pica que sepa que el ajo contiene antioxidantes y ayuda a mejorar la circulación

Érase una vez un país donde una parte de los integrantes de una parte de ese país querían irse sin irse. O sea: quedándose. Todos tenemos derecho a, que me lo digan a mí los viernes de madrugada en la discoteca, aunque, por muy gilipollas que me considere, es quien soy y donde estoy y, como consecuencia, soy consciente que entablar relación carnal con mujer es tan sencillo como hacerme un selfie con el bosón de Higgs. Resulta que un día esos señores decidieron cumplir su palabra e irse, pero quedarse. Como cuando tu jefe te amenaza con despedirte y sonríes hasta que un día encuentras tu grapadora y tu cactus de plástico dentro de una caja y te dicen que devuelvas la acreditación en la recepción.

Hasta aquí todo muy normal.

Entonces, estos señores que querían irse/quedarse deciden que van a hacer una votación en el cuarto de contadores y que el presidente de la comunidad de vecinos no podrá impedirlo, que para algo la democracia es como tenerla más larga que el negro de Whatsapp. Entonces, el presidente de la comunidad (un tipo que camina rápido y camina raro) decide que el mejor diálogo consiste siempre en enviar a sus primos armados con porras (y con problemas para socializar) a dialogar a empujones frente a unos corderitos que pretendían meter un papelito en un contenedor de reciclaje. ¿Desde cuándo es delito meterla si te dejan meterla? ¡Eso es un milagro, señores y señoras! 

Hasta aquí todo muy normal.
 
A partir de ahí, las cosas se desmadran como cuando llega el momento “chupitos” en una despedida de soltera. Los que quieren irse/quedarse argumentan que el presidente de la comunidad es un fascista y añaden que todo aquel que no piense como ellos es también un fascista. Curiosamente, los otros dicen lo mismo. El enfrentamiento de siempre: o conmigo o contra mí. Y he aquí que por arte de la magia de salón que aparece una nueva carta en la manga: el llamado “equidistante”. Aquel que cuando le preguntan si desea muslo o pechuga se encoge de hombros porque, aunque sabe que va a comer pollo sí o sí, prefiere no escoger. Poco después el camarero le sirve un delicioso muslo de pechuga al horno que el equidistante come a regañadientes. O por decirlo de otra manera, el equidistante es ese conductor que prefiere romper el cárter de su coche perdiéndose en un camino rural a poner en marcha el GPS. Desde el punto de vista de los españolistas, el equidistante es un flojo cercano a los nacionalistas, un colaboracionista de un golpe de estado. Desde el punto de vista de los catalanistas, el equidistante es un colaboracionista del régimen nazi cercano a la solución final. Desde el punto de vista del equidistante, simplemente sigue sin entender porque el pollo tiene más muslos que pechugas.

Hasta aquí todo muy normal.

El siguiente paso fue que los secesionistas de la comunidad de vecinos (léase nacionalistas, republicanos, golpistas o socios del Barça) decidieron que, puestos a perder la guerra, iban a perderla batallando así que finalmente cumplieron su amenaza y abandonaron la comunidad para irse a tomar unas cañas de cerveza artesana del país (de su nuevo país, no del antiguo). Entonces, ese señor que camina rápido y camina raro se vistió de niño de San Ildefonso y comenzó a darle vueltas a un bombo y nos enteramos todos que el número agraciado fue el 155, que, aunque de feas formas, posee una bonita rima. A continuación, el cantante de los Beatles (el líder de los que se van/quedan que es quien paga las rondas) decidió que iba a exiliarse en una tienda de coles, juntos a otros amigos, con el único propósito de que el señor que camina rápido y raro no hiciese efectiva la rima del 155 en su propio trasero.

Hasta aquí todo muy normal.

Por supuesto, los reproches siguieron. Los rojos de la rosa se pincharon las manos con las espinas mientras practicaban el travestismo propio de la noche de Carnaval. Los morados continuaban haciendo honor a su nombre y hablaban como si hubiesen acabado con las existencias de la Bodega Trotski. Los naranjas se repeinaron para hacerse nuevas fotos para sus perfiles de Tinder. Y el resto acabó en la cárcel donde entendieron que la lucha y la ducha son dos conceptos igual de peligrosos.

Hasta aquí todo muy normal.

El señor que camina rápido y camina raro dijo que repetirían las elecciones: pero no las elecciones de la comunidad de vecinos (como debería haberse hecho) sino las elecciones para convertirse propietario de los pisos de los rebeldes. Después de una intensa campaña donde las televisiones competían en desinformación y la postverdad se hacía dueña de todo el edificio. Se hicieron elecciones y volvimos a la casilla de salida del Monopoly. El quinto Beatle seguía en la tienda de coles así que renovó su licencia de Skype mientras algunos de sus antiguos compañeros de colegio (ahora en prisión) le miraban mal. Algo normal, porque el líder de los presos era primo hermano de Fernando Trueba.

Hasta aquí todo muy normal.

¿Y ahora? Lo de siempre. El señor que camina raro y camina rápido (rodeado de amigos de lo ajeno) sigue caminando más rápido y más raro que nunca, aunque sin rumbo, como siempre, argumentando que, si los secesionistas la tienen como el negro de Whatsapp, él la tiene como la cruz de El Valle de los Caídos. El quinto Beatle sigue buscando un buen peluquero en Bruselas y teniendo sexo con su mujer por Skype. Los españolistas y los catalanistas siguen creyendo que ellos lo hacen todo bien y que los que no piensan como ellos lo hacen todo mal. Los equidistantes siguen encogiéndose de hombros cuando les preguntan si quieren muslo o pechuga. Y los que están en prisión se quejan porque el menú de la comunidad les provoca flatulencias.

Y, mientras tanto, la fachada sigue sin pintar. Bill Murray sigue despertándose el mismo día de la marmota. Y los payasos tenemos más competencia que nunca.

Hasta aquí todo muy normal.


8 comentarios:

  1. De aquí a tertuliano de renombre en un pispas.
    Pena que sea demasiado claro.

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    1. Yo soy como esas personas de moral distraida: si pagan...

      Siempre suyo,
      Un completo gilipollas

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  2. Deberían publicar esto en un periódico. Y, por una vez, hablo en serio. Mis respetos, Sr. Gilipollas.

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    1. Gracias querida, con su admiración me doy por reconocido.

      Siempre suyo,
      Un completo gilipollas

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  3. Ante las adversidades: superación. No sé como lo ha hecho pero se ha superado a usted mismo!

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