La encontré en un bar, maravilloso espacio
donde encuentro a la mayoría de las mujeres a quienes pretendo seducir y lugar donde
nunca he logrado tal hazaña. Allí estaba ella, sentada, con una grabadora encima de la
mesa, saludándome con la mano. Aclararé ahora que el encuentro no fue fortuito
pues aquella mujer me había enviado un correo dos días atrás porque había leído
mi blog y pretendía entrevistarme para no sé qué tontería de estudio sobre la sexualidad. ¿Qué podía importarme a mí eso? Ella era una mujer que pretendía conversar conmigo y yo no podía dejar pasar tan milagroso acontecimiento que suele darse una vez cada diez o doce años.
Era una mujer morena, de rasgos duros,
pero con sonrisa de nube de caramelo, el pelo rizado y un cuerpo que invitaba a
empotrar el Titanic contra el primer bloque de hielo que encontrases al ritmo de música de Chimo Bayo. Nos dimos
la mano y pedí una cerveza, circunstancia sintomática porque siempre pido el alcohol antes de decir hola. Ella bebía una especie de té de esos que tienen de
todo menos té, con cositas flotando y un color cercano al tubo de escape de un Ford Fiesta. Imaginé que el sabor sería parecido.
El arranque sucedió sin anestesia,
directa a la yugular, armada de una sinceridad que agradecí al tiempo que me
avergonzó. La mujer me confesó que, leyendo mis textos, le parecía el tipo más
despreciable, antiguo, machista y asqueroso del planeta tierra. Y era
precisamente por eso que pretendía entrevistarme.
El sexo por compasión es un
hecho. ¿No? ¿Qué podía perder? Hablemos.
La mujer estuvo explicándome, en
un idioma del que no entendía ni una de cada tres palabras, conceptos sobre la
sexualidad, la vida y el feminismo. Una introducción que yo escuché de buena
gana mientras miraba su escote de reojo e imaginaba si llevaría las axilas
depiladas o no.
Lo siento, no doy para más.
-¿Qué tipo de sexualidad es la
tuya? -preguntó ella de repente
Reconozco que no entendí la
pregunta, pese a ello, me esforcé en contestarla antes las perspectivas de
convertir aquella conversación en desapasionado amor horizontal. O lo que es lo
mismo: empotre animal. Quizás la única manera de conseguirlo era, por primera
vez en mi vida, la sinceridad.
-Soy de los de toda la vida, de
los de no quitarme los calcetines, dejar caer los calzoncillos en los tobillos y empujar hasta que no haya un
mañana. De los de no llamar al día siguiente a no ser que vislumbre el
siguiente empotre.
-No seas animal de feria, me
refiero a tus gustos. ¿Eres heterosexual, homosexual, bisexual, pansexual,
asexual, antrosexual, transerótico, alosexual, skoliosexual, grisasexual, sapiosexual,
graysexual, metrosexual, lumbersexual, spornosexual, arromántico, demisexual,
fraisexual, acoisexual, reciprosexual, sexetariano o…?
-Creo que no me estoy enterando
de nada de absolutamente nada -interrumpí-. Lo de los cromos de pokemon me pilló tarde, soy más
de la baraja de las familias: familia de esquimales, familia de chinos, familia
de…
-Ahora soy yo la que no me entero
de nada. Mi lenguaje es el apropiado porque todos deberíamos utilizar un lenguaje acorde a los tiempos que
vivimos- Y si no: deberíamos aprender. ¿Acaso no entiendes que el conservadurismo ha dejado de ser un argumento?
Definitivamente, no me estaba
enterando de absolutamente nada. ¿Llevaria bragas o tanga?
-¿Y la pregunta era…? -inquirí mostrando mi sonrisa Sean Connery de película
de James Bond.
Por desgracia, hacía 51 años que había
olvidado lavarme los dientes y lo único que conseguí fue que ella saltase inmediatamente
hacia detrás, como movida por un resorte imposible.
-¿Como vives tú la sexualidad?
-preguntó ella.
-Malamente, la mayoría de las
veces pagando y siempre rápido.
-El feminismo está luchando por
liberar a las mujeres de la antigua práctica del patriarcado que consiste en
que los hombres accedan al cuerpo de las mujeres para su placer propio por una
paga normalmente muy módica. Las desigualdades económicas, étnicas, raciales y
de género dentro de cada sociedad y entre las naciones, con una milenaria
cultura misógina, y la mercantilización de la mujer, han normalizado su
cosificación. ¿Entiendes lo reprobable de tu postura?
-En mi defensa he de decir que no
siempre pago porque no siempre tengo dinero. Para ser honesto, no puedo ni
invitarte a un agua del grifo.
-¿Entonces nunca te has acostado
por amor? ¿Nunca has respetado a una mujer?
-¿Qué tiene que ver el respeto
con el amor? Debe usted saber que cada noche me acuesto por amor. Amor a mi
almohada y a no hacer nada más.
-Para unos el amor sin sexo es
aceptable, para otros no.
-Entonces soy de los primeros.
Pero miren usted, se lo voy a dejar más claro: soy de esas personas que solo
mueven un músculo si tienen algo que ganar. Se llama ser vago.
-¿Por qué estás haciendo el esfuerzo
de hablar conmigo entonces?
-¡Me ofende usted, señorita! ¡Es
evidente! Para estacionar mi autobús del amor en su parking. Porque para encontrar
oro hay que picar piedra. Y eso lo sabe incluso alguien como usted.
-No creo que tengas muchas
opciones, estoy unos escalones mas arriba de ti y no me refiero a lo físico ni
a lo intelectual sino a la actitud. Me he acostado con todo tipo de géneros,
sexos, gustos, personas, etc. No tengo ningún problema en tener sexo con
alguien si me apetece, pero la persona debe atraerme en algún aspecto y tu no
me atraes en ninguno.
-¿Ahora entiende usted porque
tengo que pagar para conseguir placer carnal?
-Eres libre de hacer lo que
desees, pero no conmigo.
-Entonces le diré algo: soy capaz
de prácticamente cualquier cosa para encamarme con una hembra, pero sucede que
hace más de media hora que no entiendo nada de lo que usted me dice y si esto
es la sexualidad del Siglo XXI entonces prefiero seguir siendo el mejor ejemplo
de lo que no debe ser un hombre moderno. En realidad, durante los primeros diez
minutos creía que estaba en una clase de latín.
-Estamos de acuerdo entonces,
nunca nos acostaremos.
-De acuerdo -dije tendiendo mi
mano que ella encajó con deportividad.
¿Y la moraleja? Todo fracaso
debería tener una enseñanza, aunque, en este caso, creo que el no conseguir
encamarme con aquella profesora de latín fue mas una victoria que un fracaso.
Lo siento, es verano y hace calor: no doy para más.
YO TENIA ESAS BARAJAAAAAAAS! MARAVILLOSAS ILUSTRACIONES! awww
ResponderEliminar¡Y yo!
EliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas
Tanto esfuerzo para tan poco...
ResponderEliminarSaludos,
J.
Ha hecho usted el perfecto resumen de mi vida, amigo.
EliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas
jajajaja, me encanta! pues te digo una cosa... no se si serás machista, despreciable, antiguo o vete a saber cuantas cosas más, lo que si eres es sincero oye.
ResponderEliminarPorque aquí todo el mundo reivindica muchas cosas, pero cuando a alguien le apetece echar un casquete, pensarlo lo piensan. Luego ya que lo quieran adornar o no... jajajajaja
Soy lo peor, aunque, al menos, no me engaño a mi mismo (solo cuando me peso.
EliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas
No se le puede negar la perseverancia y la valentía, desde luego.
ResponderEliminarLos tiempos modernos tienden a la corrección (o lo intentan), aunque me da la sensación de que carecen absolutamente de sentido del humor.
Un abrazo, señor Gilipollas
Bueno mi querida Alís, al fin y al cabo somos fruto de los tiempos que nos ha tocado vivir.
EliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas
Vale la pena comentar casi un año después de esta entrada. No dudes, que esta vez has ganado tú a esa petarda. Menuda tipa más patética, intentar sentirse "especial" por ir de moderna y usar vocabulario ¿sotisficado?
ResponderEliminarQuizás tú te consideras gilipollas, pero creéme, muchas mujeres que rechazan a los demás también lo son. Y no sabes qué tipos más patéticos se las follan, después de haber rechazado a muchos tíos normales por tonterías, al final a estas petardas sólo les queda la pelusa de la basurilla.