Queridos míos, como bien saben, no suelo ser prolífico en lo que atañe a dar consejos para ligar. Básicamente porque nunca he conseguido tal hazaña propia tan solo de vigoréxicos o millonarios rusos. Pero, como otras veces dije, aunque no se ligar, soy un maestro en el no ligar así que una sencilla regla matemática (o filosófica... incluso culinaria) me indica el camino de lo que se ha de hacer: exactamente lo contrario. Una de las técnicas de todo pagafantas que se precie es darle a nuestra amada todo cuanto creemos que necesita, la invitamos a beber, a cenar, le guardamos el abrigo mientras liga con el tío mas mazas de toda la discoteca, la llevamos a casa en coche y le arreglamos el ordenador. Ella nos mira, sonríe con esa expresión maligna de quien se sabe poderoso, y nos da circunstancialmente un beso en la mejilla. Nosotros creemos que estamos ligando, claro, creemos que el proceso de cortejo es un proceso lento y sinuoso y también creemos que ella se acuesta con cualquiera menos con nosotros para poner a prueba nuestro amor. ¿La realidad? Somos como el aparcacoches que cree que el Ferrari es suyo solo porque lo ha llevado hasta una plaza.
La técnica de la distracción lateral es simple y compleja al mismo tiempo. Simple porque no requiere más esfuerzo que unos segundos de comprensión y ejecución pero compleja porque ligar siempre ha sido difícil, aunque seas George Clooney sosteniendo un ristretto. La técnica de la distracción lateral consiste en ligar de lado, no de frente. Es al arte del ligoteo lo que la invención del falso 9 al fútbol. Mientras la susodicha (incluso el susodicho) habla frente a frente con otra persona, acérquense de manera lateral a su presa y comiencen una nueva conversación soltando cientos de preguntas por segundo a un volumen de voz lo suficientemente alto para hacerse oír por encima de los altavoces de la discoteca. De repente su presa, molesta por el nuevo interlocutor, desviará su vista del cachas con el que iba a acostarse en breve y se fijará en ustedes pasando a ser el cachas el elemento secundario. ¿Sencillo, eh? Ahora que hemos conseguido distraer lateralmente a nuestra presa, se preguntarán ustedes que hacer. Eso es aun mas sencillo y si lo preguntan es que no han aprendido nada de mis anteriores consejos, perros desagradecidos. A ver, les refrescaré la memoria: una vez hemos conseguido captar la atención de nuestra presa, lo siguiente es lo de siempre, sacar tres billetes de cincuenta euros y preguntar “¿en tu casa o en la mía?”. ¿Funciona? En realidad cuantos mas billetes muestren, mejor. Esa es la verdad. No he conseguido perfeccionar esta ultima parte porque soy pobre y apenas puedo mostrar unas monedas. Pero creo que funciona.
¿Mi consejo respecto a la técnica de la distracción lateral? Hablen con la boca llena, rásquense sus partes de manera mas que evidente, nunca inviten a una mujer a nada… ¿ligaran mas con eso? Por supuesto que no. Pero al menos no tendrán ustedes que fingir que son mejores. Y es mucho más barato. Ese es mi consejo para hoy, queridos.