Tengo un amigo (en realidad un conocido dado que mi asquerosa personalidad me aleja de cualquier amistad) que un tiempo atrás se apuntó a un taller de esos literarios donde se supone que les enseñan a hacer mejor algo que les enseñaron a hacer años atrás en la escuela: escribir. Se juntan, hablan de literatura, de estilos, de técnica, de construcción, etc. Vamos, lo que la gente normal entiende como “un auténtico coñazo”. Lo más curioso es que en estos talleres, como en los de cocina, yoga o pintura, la mayoría de la gente que acude son féminas. Cosa por otro lado lógica ¿acaso se formó algún imperio cocinando cuscús, escribiendo poemas, pintando una acuarela en el parque o haciendo yoga en lo alto de la colina junto a los cañones? Pues no. Todas esas zarandajas inútiles son propias del sexo femenino. Si hubiese cursos para conseguir sexo fácil, decir piropos o rascarse el culo, estarían llenos de hombres. Pero no. Los hombres que se apuntan a esos cursos propios de mujeres o tienen la condición propia de las mujeres (o sea, que besan a otros hombres y los poemas les hacen llorar) o quieren ir a un curso lleno de mujeres para hacer yoga y llegar hasta la postura de "flor de loto empotrada contra el colchón". Para follar, vamos. Curiosamente no creo que mi amigo… mi conocido, se haya apuntado para ninguna de esas cosas. Pero su señora esposa no opina lo mismo. Es más, a las compañeras del curso de literatura les llama las “zorras literarias”.
Una vez al año las zorras literarias hacen una escapada de fin de semana (a la que va el conocido esposo de mi conocida), duermen juntos, ríen juntos, beben juntos e imagino que se duchan juntos porque un hombre con tantas mujeres ha de ser realmente un lerdo para pasar dos días encerrado en una casa rodeado de mujeres… hablando de la prosa Flaubert. Fornicar no es malo, incluso los cardiólogos lo recomiendan. Fornicar con otras personas que no sean la persona con la que debes fornicar tampoco es malo, incluso los cardiólogos lo recomiendan siempre que tu señora esposa no te pille introduciendo tu sagaz pluma en tintero ajeno.
Lo cual me lleva a la inevitable pregunta: ¿debo apuntarme a un curso donde hayan zorras literarias? Supongo que si pero haciendo gala de mi condición de gilipollas creo en vez de gastarme el dinero en un curso literario lo voy a gastar en amor tarificado en el club “El Conejito Feliz”. El propósito es el mismo, el gasto también, pero al menos con mi solución me ahorro escuchar coñazos sobre Flaubert y su puta madre.
Y conste que esto último ha sido una frase hecha, desconozco si la madre de Flaubert también se dedicaba al amor tarificado.