Hay una compañera de trabajo que calza botas. Pero no unas botas normales sino unas botas altas de montar a caballo, negras y brillantes. Las usa con falda, con tejanos y con cualquier prenda que se precie. No es que me importe que una mujer use botas mas allá del inconveniente que escucharla caminar por la oficina es como asistir al desfile del dia de las fuerzas armadas. Lo que realmente me molesta es que al verla me entra un irrefrenable deseo de ponerle una brida en la boca y montarla para cabalgarla hasta el amanecer. No creo que tenga mucho que ver con sus botas mas que por el hecho de que ha llegado la primavera. Si os calzáis botas de montar tened cuidado o cualquier día un gilipollas se montará en vuestra grupa y pretenderá cabalgaros. Pero solo si sois mujeres, yeguas o Toni Cantó.