Ayer fue Sant Jordi. No voy a volver a explicar que significa eso para alguien que nació en Barcelona, vive en Barcelona y espera morir en Las Vegas en un jacuzzi rodeado de media docena de conejitas Playboy. Ayer debí haber regalado alguna rosa y a fe mía que lo hice, aunque fue algo virtual, porque de la misma manera que queremos ser los mas modernos también debemos mantener las tradiciones, sobre todo si la tradición implica posibilidades de fornicio. Fíjense ustedes en esta nuestra amable tradición: la mujer regala un libro a un hombre y el hombre regala una rosa a la mujer. Traducción: el es un intelectual y ella una romántica ¿Alguien ha regalado una rosa a una mujer sin pretender nada mas allá que el simple acto de regalar? Yo tampoco. Porque de la misma manera que nosotros, los hombres, no somos unos intelectuales, ellas tampoco son unas románticas El día de Sant Jordi se hizo para hacer el amor, el resto del año se hizo para fornicar. Y el libro se hizo para que no cojee la mesa. Ayer no hice el amor y mi mesa continua coja pero envié una rosa, aunque virtual, aunque fue solo una.