Hoy celebramos el día del trabajo aunque, para ser sinceros, no creo que haya motivo para celebrar nada. Ni unos ni otros. Haciendo un símil con mi particular universo, celebrar el día del trabajo en un país como el nuestro y en la actualidad sería como celebrar cada sábado por la mañana que ningún viernes por la noche conseguimos ligar en la discoteca. Hoy celebramos nuestro fracaso mas importante, el fracaso de una sociedad incapaz de ser justa, incapaz de repartir su riqueza e incapaz de mantener los valores mas fundamentales. Celebrar el día del trabajo tiene tanto sentido como celebrar la muerte. Es verdad que en algunas culturas se celebran la muerte pero ellas pueden, son sociedades inteligentes. Aquí, en nuestro maravilloso país de paella, sangría y toros, celebramos algo que nunca debería ser celebrado. No somos mas tontos porque Europa no nos deja. Nuestros gobernantes (esos que aparecen en pantallas de plasma) aseguran que nada pueden hacer y que sus planes han fracasado. Yo digo lo mismo los sábados por la mañana desde la comodidad de mi sofá entre efluvios de resaca. Y también me engaño prometiéndome que al siguiente viernes conseguiré sexo no tarificado. Pero aquí no pasa nada, mientras sigamos teniendo unos euros para salir el viernes por la noche a tomar una cerveza y a no ligar en la discoteca, seremos felices. Ustedes leen mis textos y se asombran de que alguien que siempre fracasa pueda seguir teniendo sentido del humor. Bueno, al menos yo, a diferencia de ustedes, no celebro mis fracasos. Feliz día del no trabajo. Yo hoy no tengo cuerpo para celebrar absolutamente nada.