"El secreto del éxito es la honestidad. Si puedes evitarla... está hecho" (Groucho Marx)

28 jul 2014

Gilipolla's Eleven




Vivimos en un país donde quien no roba es el raro, hace demasiado que nos hemos acostumbrado a que los ladrones formen parte de nuestra sociedad, desde honestos políticos a empresarios ejemplares pasando por futbolistas, cantantes o duques. Al final quien menos roba son precisamente los ladrones. Pero han de saber ustedes que si pretenden pasar a formar parte de este mundo criminal, lo mejor es disponer de unas cualidades que nos diferencien de la chusma: ser honesto (robar solo a los que roban), tener estilo (para eso es ideal un amigo mariquita) y huir de la violencia. Así pues decidí que, si yo pretendía emular a los ladrones de guante blanco más famosos, debía rodearme de gente con estilo, auténticos profesionales del noble arte del birle y birloque. Por desgracia no conozco a nadie así solo pude hacerme con los servicios de diez tontos del barrio dispuestos a hacer cualquier cosa para conseguir unas cuantas monedas más con las que seguir alimentando a sus ex mujeres y a las máquinas tragaperras. 

El grupo
 -La bizca: antigua animadora infantil y reina del aerobic geriátrico. Su mejor cualidad es que un ojo le apuntaba a Cuenca y el otro a Tarragona, ideal para la vigilancia pues su visión periférica nos evitaría cualquier tropiezo con la justicia.
-El guapo: cristiano engominado reconvertido a fenómeno televisivo que cumplía su función de engañar a las mujeres para abrir todo cuanto se le pusiese por delante (en el sentido más amplio de la palabra). Era como el guapo de “El Equipo A” solo que en guapo.
-El forofo: madridista hasta la médula, este animal de feria iba a ser nuestra fuerza bruta, si alguien se interponía en nuestro camino solo había que decirle “a por ese que es catalán y del Barça” y el forofo saldría corriendo a embestirlo con los cuernos por delante.
-El periodista: experto manipulador de cualquiera que no piense como él, este individuo nos ayudaría a manipular a las masas para hacerles creer que éramos elegantes empresarios en vez de absurdos delincuentes.
-El mariquita: maestro del disfraz, el mariquita sería nuestro pasaporte para el engaño en forma de elegantes formas y ropajes. Algo así como “My Fair Lady” en Chueca.
-El calvo: siempre es necesario un calvo en un grupo de delincuentes, desconozco el motivo pero siempre hay uno.
-El pelirrojo: también es necesario que en todo grupo de delincuentes haya un pelirrojo, a poder ser tonto como el nuestro porque caso de ser capturados por alguna mente mas brillante que las nuestras, siempre podíamos decir al unísono “la culpa es del tontopollas pelirrojo”.
-Carmencita: experta en abrir cajas fuertes con la sola succión de sus labios. Los de la boca porque, a pesar de ser mujer, todos pensamos que nuestra particular reina esconde un tesoro bajo su falda.
-El presi: Es el tonto del barrio que se cree que todo puede conseguirlo pero en realidad todos se ríen de él. Siempre hay que tener un Mariano en una banda criminal porque da apariencia de normalidad y queda fantástico en una pantalla de plasma.
-Mini yo: Como buen genio del mal tuve que agenciarme de un mini yo, en realidad aportaba bien poco a la banda pero nos hacía reír y si queríamos echar un partidillo de fútbol podíamos utilizarlo de pelota.

Les junté a todos en una nave industrial abandonada en las afueras de la ciudad donde previamente había construido una detallada maqueta de nuestro objetivo con envases vacíos de yogur, cinta aislante y media docena de gelocatiles caducados.

-Queridos amigos –comencé imitando la voz del cuñado del tipo que dobla habitualmente a George Clooney- este es nuestro objetivo. ¿Alguien puede reconocerlo?
-Una distribuidora de yogures –dijo uno.
 -Una farmacia –dijo otro.
 -Una fábrica abandonada  -dijo la bizca con la vista fija en cualquier lado menos en la maqueta.
 -¡Silencio! –grité con todas mis fuerzas- Es el Bingo Billares de la Gran Vía. Vamos a dar un golpe en la mejor tradición de los ladrones de guante blanco.
 -Yo no tengo guantes blancos –dijo el pelirrojo- ¿Sirven unos de látex?


De acuerdo, no eran los más listos, tampoco los más guapos, pero éramos once y eso era lo realmente importante.

-¿Cómo lo haremos jefe? –preguntó Mariano.
-Cuando algo se deteriora –comencé yo- hasta el punto de alcanzar su punto máximo de relatividad inflexible es cuando podemos argumentar que nuestras intenciones son las precisas para esa sutil brecha en el concepto.
 -¿Y eso que coño significa, jefe? –preguntó Mariano.
-Que entraremos como locos pegando tiros con nuestras pistolas de fogueo, cogemos todo lo que podamos y nos largamos cagando leches.
-Ah vale, ahora sí.

Compramos las pistolas de plástico en una tienda de chinos, once pistolas de colores, algunas de esas que lanzan un palito con una ventosa, otras de agua y algunas de petardos. Yo me agencié la pistola de Batman lo cual es verdaderamente curioso porque Batman nunca ha usado pistola, pero bueno, ya saben la peculiar filosofía intercultural de los bazares chinos. También nos hicimos con pelucas de carnaval para todos (menos para el calvo, lógicamente). Y de esta guisa y vestidos elegantemente con los trajes de nuestra primera comunión o nuestra ultima boda, nos dirigimos al Bingo Billares con nuestras almas falsas pero nuestras intenciones tan verdaderas como criminales.

-A la de tres entramos–dije en la puerta del Bingo- Presi, tu inutilizas a los guardas, pelirrojo y calvo revisáis los lavabos. Carmencita, el guapo y el periodista entrarán conmigo. La bizca vigila la entrada. El resto cubrid las salidas. ¿Ha quedado claro?
-No –dijeron todos al unísono.
-Que entraremos como locos pegando tiros con nuestras pistolas de fogueo, cogemos todo lo que podamos y nos largamos cagando leches.

Y así sucedió.

Al perpetrar un golpe maestro hay que satisfacer varios requisitos, el primero conseguir un botín y el segundo que nunca te capturen. Todo esto sucedió aunque he de reconocer que el plan no salió exactamente como yo lo había ideado. Y eso que no había ideado nada.. El botín consistió en media docena de folletos de publicidad del bingo, un vaso de agua (sin agua) y una somanta palos que nos dio Arturo Pérez-Reverte quien salía del bingo con su mala leche legendaria después de haber perdido quinientos euros. ¿Cómo acabó la banda? Pelirrojo y calvo descubrieron sus tendencias homosexuales en los lavabos y ahora son pareja de hecho y adoptaron a Mini Yo, el forofo se hizo socio del equipo femenino de Voley Playa del Rayo Vallecano, la bizca se enamoró del Dioni, el presi montó un partido político para sacar a España de la crisis, el mariquita se pintó las uñas de fucsia intenso y Carmencita, el guapo y el periodista fueron molidos a palos por el escritor malcarado mientras yo huía del lugar abandonando a mis torpes compañeros. ¿Qué como es mi vida ahora? Igual que antes solo que ahora tengo media docena de folletos de publicidad del bingo, un vaso de agua (con agua del grifo) y una emocionante historia que contar.



8 comentarios:

  1. Qué osado es usted, y qué suerte ha tenido, primero por rodearse de la "flor y nata" de la sociedad, y segundo, por salir de una pieza de tremenda aventura.
    Desde luego, para poder dar un buen golpe, lo primero, pienso yo, es tener oportunidades. Y ni yo, ni la inmensa mayoría de los ciudadanos de a pie, podemos meter mano en bancos, comunidades autónomas, etc, etc. Eso es, creo yo, fundamental. Erró en objetivo, señor Gilipollas, siento decirlo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Querida mía, yo siempre erro e mi objetivo, incluso cuando acierto.

      Siempre suyo
      Un completo gilipollas

      Eliminar
  2. ¿Pero cómo puede ser que el plan haya fracasado si contaba usted con un equipo de lo más selecto? Ahí ha habido una mano negra... Cordiales saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues le aseguro, querida mía, que no hubo ninguna mano negra. Todos eramos caucásicos mas blanco que Iniesta esquiando.

      Siempre suyo
      Un completo gilipollas

      Eliminar
  3. Jajajajaja, buena historia para echar unas risas en esta tarde de verano.
    Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias querida, de eso se trata, de echarnos una risas (o unas siestas), todo vale con el verbo echar, incluso echar la casa por la ventana. Aunque yo siempre he preferido lo de echar un polvo rápido contra la pared. Lo he preferido, no lo he probado. De hecho tampoco he echado la casa por la ventana. Siestas si, muchas. Es lo que tiene no fornicar, acabas usando la cama para cosas tan innecesarias como dormir.

      Siempre suyo
      Un completo gilipollas

      Eliminar
  4. Para cuando quieras montar el Gilipollas' Twelve, cuenta con mi vecino "el Pelos". Tiene que afeitarse hasta el blanco de los ojos, pero llama la atención que no veas y mientras tanto el resto del grupo se puede llevar el botín, Podrían incluso entrar vestidos de lagarteranas bailando el twist que nadie se percataría. Para desaparecer, "el Pelos" no tiene más que meterse en el armario de útiles de limpieza. Besotes, Anna.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No se yo si me apetece demasiado que el próximo 12 sea un tipo llamado "el pelos", preferiría una mujer llamada "la fácil".

      Siempre suyo
      Un completo gilipollas

      Eliminar