Desengañémonos, todos tenemos una
compañera de trabajo a la que desearíamos arrancar el tanga con los dientes. No
importa el tamaño ni el color del tanga, no importa si es de tergal o de
algodón, si está comprado en el Primark o es una cara pieza de seda asiática
del Victoria's Secret. Porque lo importante no es el tanga sino la persona.
Quien diga que nunca ha deseado meter de dónde saca es que es un mentiroso
del tamaño del monte más alto del planeta tierra. O más aún.
La pregunta correcta no es si
debemos o no liarnos con alguien del trabajo porque la respuesta siempre será
la misma: el roce hace el cariño y el cariño lleva a hundir tu cabeza entre las
piernas de la rubia de pelo rizado de contabilidad. Si, esa que está entrada en carnes pero que llevas 6 años soñando con coincidir con ella, los dos solos en un ascensor estropeado en pleno verano. Liarnos con alguien del
trabajo es imposible de evitar. La pregunta correcta es: ¿sexo o amor? Si me
preguntan a mí siempre contestaré lo mismo: sexo. El sexo con alguien del
trabajo es emocionante, es prohibido e incluso puede llegar a ser divertido excepto si se hace encima
de la mesa de caoba de la sala de reuniones durante la junta general de
accionistas. Pero hay que tener cuidado, porque hay gente (muy rara, eso sí)
que se han acabado enamorando de otra gente con quien tan tenido sexo. A eso le
llamo yo "ser más tonto que Abundio".
Cuentan
las historias que Abundio fue un agricultor navarro del siglo XVIII que cuando
iba a vendimiar se llevaba uvas de postre, también dicen que se empeñó en regar
sus campos usando como única herramienta su pene y su orín. Otros aseguran que
San Abundio fue un mártir en la Córdoba Musulmana el siglo VII, fiel seguidor
del obispo Samuel de Córdoba y de San Eulogio, quien se empeño en ser
martirizado a pesar de que once veces le dieron ocasión de retractarse. Hay que ser muy tonto para cualquiera de los tres supuestos.
Enamorarse de alguien con quien
ya has fornicado es un error de diseño aun más grande que el Twingo o el estilismo
de Jorge Javier Vázquez. Los hombres decimos que queremos a alguien cuando lo
que queremos es empotrar a alguien. ¿Para qué decirle a alguien que le amas cuando
ya has empotrado? Es como follar después de fumar. Sea como sea, enamorarse de alguien
del entrono laboral puede ser un error entendible (e incluso aplaudible si es
la buenorra de la planta 8) pero hacerlo después de haberte acostado con ella,
entonces eso ya es propio de cualquiera de los Abundios antes descritos. En
cualquier cena de navidad, todos beben con todos y todos follan con todos menos tú. Pero como asegura el dicho popular: lo que pasa en
Las Vegas, se queda en Las Vegas. O lo que es lo mismo: el fruto de la euforia
alcohólico-laboral de la cena de navidad, debería quedarse en eso. Pero no. Hay
gente que incluso se enamora de sus compañeros de trabajo después del polvo navideño en los lavabos del discopub "Nothingan Prisa". ¿Por qué diablos
hacen eso? Para compartir coche de camino al trabajo? ¿Para cuadrar balances
mientras recuerdan como se comían la boca en un hotel dos noches antes? ¿Para
que nunca les falte alguien a la hora del desayuno?
El morbo del compañero (o
compañera) de trabajo inalcanzable es un mito como lo de que si mezclas tónica
con Baileys te mueres o el mito de que en algún lugar de nuestro país existe un
político honesto. Pero los mitos, como las jugadoras de voley-playa, están mejor
tirados por tierra.
¿A qué viene todo esta reflexión erótico
laboral? Hace poco me encontré con un amigo (se llama Abundio, precisamente) quien me confesó que se creía
enamorado de una compañera de trabajo.
-¿Qué harías tu? –me preguntó Abundio todo preocupado.
-¿Te la has follado?
-Hemos hecho el amor, si.
-¿Pero te la has follado?
-No entiendo...
-Déjala y busca otra manzana del mismo
cesto, amigo.
-Pero es que creo que me he enamorado de ella.
-¿Lo crees o lo sabes?
-Lo creo.
-Entonces busca otra manzana del cesto, amigo. En
serio.
-¿Tu nunca te has enamorado?
En esos momentos recordé a Laura, la
mujer del autobús con quien había compartido un café unos días atrás. ¿Estaba
yo enamorado de Laura? No, por Dios. A mí no podía pasarme eso. Los
folladores-vividores no podemos enamorarnos (sigo autodenominandome
follador-vividor aunque haga años que no conozco hembra). Los hombres de verdad no tenemos sentimientos mas allá de nuestros testículos.
-¿Amor? ¿Eso qué es? -pregunté haciéndome el Lee Marvin.
-Amor es cuando no puedes dejar de ver a una persona en cada esquina de una ciudad, en el rostro de cada persona, amor es levantarse con el corazón hinchado de puro gozo, amor es...
-Un momento, chavalote. No sigas. ¿Sabes lo que te pasa a ti, mi querido Abundio? Que haces honor a tu nombre de pila...
Miren ustedes a su alrededor, a
sus compañeros o compañeras de trabajo. Miren esos pantalones de pinzas que tan
bien les marcan el culo a ellos o observen esos escotes que se descontrolan cuando se agachan
ellas a recoger unos clips del suelo. Eso es pasión, eso es sexo, eso es vida. ¡A
follar que el mundo se va a acabar! ¿Qué puede importarnos que estemos rodeados de archivadores y
fotocopiadoras? En el sexo, como en las películas porno, lo importante son los participantes, nunca el decorado. Pero por el amor de Dios, aunque estén ustedes emulando la trilogía porno titulada "Por un puesto de trabajo, por arriba y por abajo", no se
enamoren ustedes de compañeros de trabajo. Eso nunca. Nuestra economía no puede
permitírselo.
Ciertamente, el morbo que produce una compañera de trabajo, es difícilmente superable por el morbo producido por cualquier otra persona de otro entorno diferente. Es... especialmente morboso y tentativo.
ResponderEliminarSaludos.
...y especialmente peligroso.
EliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas
Yo estoy rodeada de nerds programadores. Que pegan en sus cubículos fotos de los personajes de star wars. Imposible enamorarse.
ResponderEliminarQue la fuerza la acompañe, querida.
EliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas
Habría que colocar esa excelente frase: "A follar, que el mundo se va a acabar" encima de la puerta del trabajo, como en Auschwitz decía. "El trabajo os hará libres" y habría que dar un plus de productividad a los que más veces la cumplieran. Iríamos todos mucho más felices al trabajo.
ResponderEliminarPues ya me he quedado sin plus de productividad... maldita sea...
EliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas
Mejor no follar con compañeros de trabajo, que luego hay que verles todos los días, y nunca se sabe cómo acabará aquello. Lo del amor cuando ya se ha fornicado me ha recordado a un tuit que escribí esta mañana: "No te fíes de un tío que te prometa la luna sin haber descargado los huevos antes", ¿qué opina de ello?
ResponderEliminar¿Mejor no follar con compañeros de trabajo? ¡Mejor follar con cualquiera!
EliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas
No me había dado cuenta de lo triste de mi vida laboral hasta leerte, no se me ocurre a quien le buscaría yo el tanga ;(
ResponderEliminarQuerida mía, siempre hay un tanga para unos dientes. No desfallezca.
EliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas
Vaya, m... de trabajo que tengo, cachis!!!
ResponderEliminarSaludos, Fernando.
Querida Auroratris, pruebe a cambiar de trabajo... o de colonia. Nunca se sabe donde esta el problema. En mi caso el problema soy yo: el conjunto.
EliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas
¿Enamorarme yo, querida? ¡El amor es un error de diseño del ser humano! ¡Nunca!
ResponderEliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas
Si te follas a Gerardo de contabilidad en el baño del "Nothingan Prisa" no puedes presentárselo luego a tú madre. Se os hace raro (a los tres). Sin luces de neón Gerardo es muuuy feo. Mejor volvérselo a follar (cómo follan los feos,lo dan todo!!) en el almacén de la cuarta o el coche de la amiga divorciada. El amor es para los amigos y los familiares que te caen bien. Pero si a los amigos te los follas ya no quieren saber na de ti y a los familiares si te los follas acabáis en los papeles del juzgao. El amor y el follar son incompatibles. No nos empeñemos en combinarlos (tónica y Baileys que dices tú).
ResponderEliminarUn placer siempre leerte Fernando y encontrarte tan estupendo de humor. Se nota que follas más o te importa menos.
Mi querida Carolina, en efecto, estoy follando el doble que el año pasado. El año pasado follaba nada y este año nada de nada. Gracias por sus amables palabras, si algún día se traducen en amables caricias, aquí me tiene.
EliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas