¿Recuerdan ustedes a Laura? Exacto, esa misma, la adorable mujer del autobús… Puede que alguno/a de ustedes lo hayan olvidado. Yo, en cambio, no he podido apartarla de mi cabeza ni un solo segundo desde que la vi, la tengo grabada en mi cerebro a fuego y por mucho que agite la cabeza con fuerza de un lado a otro... Ahí sigue. De
acuerdo, he de reconocer que lo que no puedo olvidar son sus resbaladizas
curvas y el hecho de que se trata de una hembra que me ha dirigido la palabra en tres días diferentes,
hecho este que que no suele suceder muy a menudo en mi universo. Mi madre me habló dos veces en toda su vida, la primera fue para decir "no muerdas" y la segunda para decir "conduce mas despacio gilipolllas, o me caeré de la moto".
La enterramos con el casco aun puesto.
La enterramos con el casco aun puesto.
¿Recuerdan que
quedé con Laura para tomar un café? Pues por fin llegó el glorioso día. Y allí estaba
yo, esperándola con mis mejores galas de un traje de polyester comprado en los chinos.
Me gustaría definir a Laura cuando bajaba del autobús, pero es
complicado ya que su peculiar atractivo, por muy apropiados que sean los adjetivos, es
imposible de capturar. Laura está buena, eso es un hecho. Esta muy buena. Pero es
que además es guapa, inteligente y simpática. Pero eso no es lo mejor de todo
porque lo que más me gusta de Laura es que me dirige la palabra.
Laura bajó del autobús vestida con pantalones tejanos y un
grueso jersey rosa asomando por debajo de un chaquetón de color crema. Hermosa,
terriblemente hermosa. Como en las anteriores ocasiones. Lo que he dicho antes, vamos... que esta muy buena.
Di un paso atrás para evitar enamorarme de ella y lancé mi
mano a modo de saludo para evitar un incómodo beso que convirtiese la
cremallera de mi pantalón Golcce & Dabanna de 5 euros en tienda de
campaña del Decathlon. Laura me estrechó la mano sorprendida. Le dije que fuésemos
a tomar un café. Yo nunca tomo café, pero mejor eso a despertar al insaciable borracho que llevo dentro.
-¿Cómo ha ido su semana, querida? –pregunté.
-Bien –dijo ella- ¿Y tú?
-Bueno, he tenido
semanas peores. Por cierto ¿cree usted en el amor?
Lo sé, soy experto en preguntas sin anestesia que dejan
noqueadas a las otras personas, pero precisamente eso era lo que pretendía
con Laura, quemar innecesarias etapas y pasar directamente a la etapa reina. De joven fui un experimentado ciclista, lástima que mi sobrepeso truncase mi carrera deportiva y la bicicleta al mismo tiempo.
-Pues claro que creo
que el amor –dijo ella- ¿Y tú?
Hay dos tipos de personas en este mundo: las que utilizan el
sexo para llegar al amor y las que utilizan el amor para conseguir sexo. El
primer ejemplo suele darse en el universo femenino y el segundo en el
masculino. La razón es bien simple: una mujer puede conseguir lo que quiera valiéndose del sexo, incluido el amor. En cambio un
hombre habla de amor cuando en realidad lo único quiere decir es “empotrar” y
eso es lo único que desea conseguir. Lógicamente
todo esto no son más que generalizaciones. Estoy seguro que en alguna remota
isla del Pacífico hay algún hombre o alguna mujer que no se comportan así.
Volví a mirar a Laura. ¿Quién era yo? ¿De los que utilizan
el sexo para llegar al amor? ¿O de los que utilizan el amor para llegar al
sexo? Me hice varias veces la pregunta y siempre obtuve la misma respuesta: ¿A quién coño le importa cuando todas las respuestas incluyen la palabra “sexo”?
Lo del amor, como daño colateral, podía soportarlo.
-Creo en el amor –dije
finalmente- pero no demasiado. Creo en la gente que me hace sentir bien. No se
si es amor realmente, la mayoría de las veces lo
malinterpreto.
-¿Cómo sabes que te
has enamorado de alguien? –preguntó ella.
No quise contestar la
verdad. Sé que me he enamorado de alguien cuando deseo fornicar con alguien. Básicamente
porque deseo fornicar con todas. ¿Qué diferencia hay entre el simple fornicio y
el fornicio basado en el amor? La respuesta es la misma de antes: ¿a quién coño le importa mientras haya fornicio?
-Sé que me he
enamorado porque no puedo quitarme a esa persona de la cabeza –dije- como una de esas cintas de embalar que se te pega en los dedos y no consigues desprenderte de ella sin evitar que se te enganche en otro dedo. Y acabas como un idiota agitando las manos con fuerza en el aire sin conseguir separarte del maldito trozo de cinta.
-Eso no es amor.
Tampoco podemos quitarnos de la cabeza a la gente que odiamos.
-Pero a la gente que
odio no quiero abrazarla y besarla.
Me quedé en silencio. ¿De verdad había dicho eso yo? Miré el
café que acababa de tomarme. ¿Me habrían echado droga de esa que convierte a
los hombres de verdad en tertulianos del corazón? No… yo no soy de esos. Yo soy
un hombre que se rasca el paquete y mira el escote de las mujeres. Yo soy un
hombre de verdad lo que significa que no hablo de sentimientos ni siento ganas de abrazar a una mujer despues del fornicio (aun menos antes). Mis únicas aficiones son los bares, el fútbol y los escotes de las hembras.
Yo no quería enamorarme si eso significaba dejar de ser un hombre de verdad.
Yo no quería enamorarme si eso significaba dejar de ser un hombre de verdad.
-Es bonito lo que
dices –dijo ella sonriendo.
¿Qué estaba pasando?
¿Ser sentimental funcionaba? Años y años de complejas técnicas para conseguir ligar y ahora acababa
de descubrir que comportarse como un gay funcionaba mejor que cualquier otra técnica. Y cuando algo funciona...
-Es que tengo alma de
osito de caramelo bañado en sirope de fresa, colocado sobre una nube de algodón
y cientos de nubes de colores -dije.
-No te pases…
-¿Quedaremos otro día?
-No se… ya te dije
que mi vida es de lo más complicada –comenzó Laura- y no quiero complicármela aun
mas. Además, siento decirte que no me trago toda esa palabrería, tu lo que
quieres es meterte debajo de mi falda. ¿Me equivoco?
No, no se equivocaba. Pero al mismo tiempo estaba
completamente equivocada.
-Claro que quiero meterme debajo de su falda, querida. Cualquier
hombre con dos de dedos de frente y dos nueces en los pantalones querría tal hazaña. Pero es que además desde
que la vi a usted en el autobús, hace unas semanas, no puedo dejar de pensar en
su sonrisa.
-Dame tiempo.
-Claro. ¿Quedamos mañana?
-Acabo de decirte que
me des tiempo, pedazo de idiota… -dijo ella.
-¿Un abrazo al menos? -dije abriendo los brazos cual Moisés frente a las aguas del Mar Rojo.
-Por supuesto que no.
-¿Por qué no?
-Es bien simple: no me fío de ti.
Nos despedimos dándonos
la mano y ella volvió a subir al autobús para alejarse de mí, de allí. Y fue
entonces, en ese mismo momento, que supe que, además de desear a una mujer por
su cuerpo, también puedes desearla por quien es.
Di unos pasos hacia atrás, mareado y caí en uno de los
asientos de la parada de autobús. De repente todo me daba vueltas, me dolía el pecho y un sudor comenzaba apoderarse
de todo mi cuerpo. Escuchaba voces de personas a mi alrededor aunque creo
que durante un tiempo perdí el conocimiento. Alguien me ayudó a estirarme en el suelo y otro me levantó las piernas. Una camarera salió del bar con un vaso de
agua mientras una dulce abuelita me ventaba aire ayudada de un periódico.
-¿Qué le ha sucedido, joven? –preguntó poco después la abuelita cuando ya me hube recuperado.
-Creo… creo… creo…
que me he enamorado -dije avergonzado.
¿Enamorado? ¿No será el café?
ResponderEliminarA juzgar por el tránsito intestinal... si. Debería ser el café. A no ser que el amor provoque diarreas.
EliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas
No se preocupe se pasa con una poco de ibuprofeno y una paja.
ResponderEliminarEs que se me han acabado las pajas. Tomaré un ibuprofeno.
EliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas
awwww... que tierno! Un osito!
ResponderEliminarUn osito... con garras.
EliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas
Lo mejor es utilizar el sexo para llegar al sexo,si luego va a más son daños colaterales.Lo de enamorarse, todo puede ser, per personalmente soy de equivocar el enamoramiento con el "encaprichamiento", si me lo pone difícil, me gusta, si me lo pone fácil, huyo. Es como si de un reto se tratara. Suerte en su enamoramieno ;)
ResponderEliminarNo entiendo nada, pero tomo nota de todo.
EliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas
XD Eso es lo importante... Suerte con Laura.
EliminarGracias querida...
EliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas
OOOOOHHH!!! esto se veía venir... ¿se enamorará ella también? ¿esperaremos al próximo capítulo de velvet? o va a ser que nos escribe un culebrón para mantener la audiencia??
ResponderEliminarSea como sea, me gusta la historia. A ver qué tal le va. ¡Suerte!
Esperemos el próximo capítulo y recemos porque haya fornicio.
EliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas
Estaba deseando leer esta entrada, Fernando. Me tenía en ascuas esta cita. Estoy sorprendida del poder que tiene el café mezclado con Laura, es sugerente, jejeje. Buena suerte!!
ResponderEliminarSaludos.
Es que el café es mucho café y esa mujer parece mucha mujer.
EliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas
Pero ten cuidado con el fornicio. Ya sabes la oración que rezan los miembros del Opus Dei antes de fornicar (sábana con agujero de por medio): "Señor, no hago esto por vicio ni por fornicio, sino por traer otra alma a tu sevicio".
ResponderEliminarPues a mi me da que lo hago por vicio. Bueno, mejor dicho... no lo hago pero si lo hiciese... lo haría por vicio.
EliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas
Del amor no hay que avergonzarse. De desmayarse por amor tampoco... Pero sí de comprar trajes en los chinos. Ya, ya sé que son baratos, pero en cualquier momento se rasgan por cualquier sitio...
ResponderEliminarSaludos.
Querido Elivis... es que enamorarse es caro pero los trajes de los chinos son baratos...
EliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas