Lo que ha sucedido esta semana
con la revista “El Jueves” es algo que, una vez pasada la indignación, nos
debería hacer reflexionar sobre las castas que aún perviven en cualquier país.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos firmada en 1948, en su preámbulo
menciona “Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen
por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales
e inalienables de todos los miembros de la familia humana”. Derechos iguales e inalienables
que parece que excluye el derecho a reír. Parece ser que en el caso del humor, no
todos somos iguales. Podemos hacer humor de cualquier estilo sobre Bertin
Osborne, Bin Laden o Leticia Sabater y aquellos que nos lean podrán reír o no,
pero no sucederá nada más allá de eso (a no ser que nos topemos con un
islamista con debilidad por los explosivos). No obstante, cuando tocamos una
casta intocable (en este caso, la monarquía), el humor parece más peligroso que
recoger el jabón en las duchas de una cárcel.
La mejor virtud de “El Jueves” era que nos
hacía reír desde la más absoluta libertad, como sucede con otras joyas como “Mongolia”
o “Crackovia” o algunos momentos de “Ilustres ignorantes”. La mala leche es
necesaria porque la mala leche forma parte intrínseca del ser humano. Cuando en
el humor, a alguien no le gusta algo, la respuesta siempre debería ser el no reír.
No obstante, todavía hay personas que se empeñan en decirnos sobre lo que
podemos o no podemos hacer humor. ¿Mi respuesta? Podemos hacer humor sobre
cualquier cosa y a quien no le guste que no ría o no vuelva. Lo contrario es un
ataque frontal contra la libertad de expresión que, en el caso de “El Jueves”
se agrava por lo sibilino del asunto de la autocensura de sus editores que ha
herido de muerte a este magnífico semanario que nos ha acompañado durante
tantos y tantos años.
Mi más honda admiración por Albert
Monteys, Manel Fontdevila, Paco Alcázar, Manuel Bartual, Guillermo Torres,
Isaac Rosa, Bernardo Vergara, Mel, Malagón, Luis Bustos, Pepe Colubi, Bea Tormo,
Carlos Azagra y Lalo Kubala (hasta el momento) quienes, en tiempos de crisis, han preferido la
libertad a la comodidad, lo cual demuestra que los humoristas que se ríen de
todo tienen mucha más dignidad que aquellos que dicen como hemos de
comportarnos. Cuando el humor está condicionado por el poder, se convierte en
el peor drama de serie B.
Desde hoy no volveré a comprar “El
Jueves” como hacía cada semana y prometo enterarme de donde publicarán las
personas antes mencionadas para comprar cuanto hagan. Puede que mi economía se
resienta pero mi dignidad se restaurará. Ojalá hagáis lo mismo.
Como siempre digo en este tipo de situaciones, el humor puede ser de buen o mal gusto; puede sentar mejor o peor pero eso no quiere decir que no sea humor. Lo que no nos gusta no tiene por qué ser censurable. Se soluciona adquiriendo o viendo algo que sí nos guste. Un besote!!!
ResponderEliminarEl humor es como las opiniones. Lo que no entienden muchos es que las opiniones se han de respetar aunque no coincidas con ellas. Un beso a usted tambien, querida.
EliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas
Bien dicho.
ResponderEliminarYa sabe usted como es esto querida Adriana... a mal hecho, bien dicho.
EliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas
La verdad es que no hay libertad en prensa. A veces es sutil, a veces llega a modo de consejo y a veces llega como una orden en toda regla. Pero si no hay libertad para el humor, estamos totalmente perdidos. Solo atisbo algo de esperanza si llega pronto la de los dragones a desembarco del Rey y arrasa con el del trono de hierro. Buen texto.
ResponderEliminarQuerida mia, cuando los dragones llegan a desembarco del Rey yo estaré viendo alguna reposición de Breaking Bad... :)
EliminarGracias
Siempre suyo
Un completo gilipollas