"El secreto del éxito es la honestidad. Si puedes evitarla... está hecho" (Groucho Marx)

29 jun 2014

La mujer de las piernas duras y el corazón blando



La conocí en un bar. Lo primero que me fijé en ella fue en que, a pesar de ser pequeña, su cuerpo tenía unas proporciones tan perfectas que hicieron que algo dentro de mi (y creo que no fue mi corazón) comenzase a crecer. Siempre me han gustado las mujeres o muy altas o también muy bajas. En realidad también me gustan las mujeres de media estatura y de cualquier edad. Vamos, que soy hombre, como todos. Como todos los que son hombres, claro. Como todos los que son hombres y no besan a otros hombres. En fin, a lo que vamos: iba vestida con una faldita corta de color verde que dejaba al descubierto unas torneadas piernas y tambien una camiseta blanca de tirantes. Su rostro era gracioso e incluso hermoso, un rostro divertido en un cuerpo magnifico. Pero como bien digo, soy hombre, podrían haber puesto la cara de Mariano Rajoy en aquel cuerpo y a dia de hoy yo sería la esposa del presidente del gobierno. 

No recuerdo como comenzamos a hablar, creo que utilicé la sutil táctica de "acercamiento por k.o." que consiste en dar una paliza al acompañante de la susodicha, abandonarlo inconsciente en el callejón posterior del bar y cuando la mujer cree que la han abandonado entonces caer sobre ella como ave carroñera fingiendo ser gay y asegurando que todos los hombres son unos cerdos, bla, bla, bla. O eso o le dije simplemente hola y ella, en vez de escupirme o golpear mis partes más blandas (que en mi caso es todo el cuerpo), me devolvió el saludo. Creo que sucedió lo segundo.

Estuvimos hablando de muchas cosas, pronto descubrí que era una de esas mujeres de mediana edad que, como en un concurso de televisión, no saben que caja abrir porque están convencidas que ninguna guarda un regalo. Ella estaba a punto de cumplir los cuarenta años, tenía dos hijos y un cacao mental entre su ex, su nuevo novio, sus fantasías y sus complejos que pronto sus rostro se convirtió para mí en la imagen del póker de ases que iba a hacerme ganar el torneo anual en Las Vegas. Un consejo: cuando una mujer de esa edad duda de todo y demuestra que su corazón se ha convertido en una nube de algodón e  incluso duda que pueda gustar a los hombres, no se lo piensen ustedes, láncense a la yugular y hundan bien profundamente los colmillos. El resto viene solo.

La mujer era perfecta aunque solo había una cosa que me cofundió en un primer momento. Cualquier persona tiene manías, desconfíen ustedes de aquellos que no se santiguan antes de subir a un avión o que no estrujan compulsivamente el tubo de pasta de dientes en el obsesivo convencimiento que aún queda pasta donde no hay nada. La mujer de las piernas duras y el corazón blando me confesó que tenia la manía de cerrar las tijeras, no podía ver unas tijeras abiertas, lo cual me retomó a todas esas películas de mujeres obsesivas que acaban matando a sus amantes clavándoles unas tijeras en la espalda. Aunque también recordé que en todas esas películas hay alguna escena donde esas mujeres fornican con sus sentenciados amantes. Morir por amor no es malo, sobre todo si es amor horizontal. Asi que…

Seguimos hablando y conseguí emborracharla con media cerveza y mi mareante conversación. Era una de esas mujeres que se emborrachan incluso cuando alguien simplemente descorcha una botella de champan a su lado. La mujer perfecta, sin ninguna duda, no por hermosa, que lo era, sino porque estaba necesitada de cariño y estaba borracha. Muchos de ustedes me estarán ahora juzgando como un despreciable ser que se aprovecha de mujeres débiles o borrachas. Pues he de decir en mi descargo que es absolutamente cierto y que si ustedes no lo hacen es que son idiotas (gilipollas ya lo soy yo).

Al cabo de un rato, a punto yo de deslizar mis manos por debajo de su falda, dijo que había bebido demasiado y que quería salir de aquel lugar. Cuando una mujer le dice a un hombre que ha bebido demasiado y que quiere ir a otro lugar, el hombre siempre interpreta que lo que quiere la mujer es que la lleves a tu casa, le arranques las etiquetas de la ropa interior con los dientes y le regales una sesión de amor horizontal tan memorable que la mujer te coloque en la lista de mejore amantes entre Rodolfo Valentino y Nacho Vidal. La realidad es que suelen colocarnos en la lista entre el butanero pakistaní y el patético polvo de graduación con un adolescente que no sabía ni ponerse el condón. Pero es sexo.

Por desgracia la mujer de las piernas duras y el corazón blando había dicho realmente lo que había querido decir: quería salir a la calle y caminar, nada más. ¿Caminar un sábado por la noche a las dos de la mañana? El calor impregnaba la ciudad y nos dificultaba incluso respirar pero accedí a acompañarla ante el convencimiento de que tarde o temprano se cansaría de caminar y se decidiría por meter su lengua entre mis molares. Por desgracia aquello tampoco sucedió pues la susodicha tenía alma de Forrest Gump. Estábamos a mediados de año, entrando en el horrible verano, y creo recordar que aquella noche caminé más de lo que había caminado los seis meses anteriores todo junto. ¿Qué manía tienen las personas con caminar?  ¿Si caminar fuese lo normal porque el ser humano ha puesto en la calle todos esos cientos de miles de taxis, bicicletas, motos, autobuses y metro? Bueno vale, el metro lo ha puesto DEBAJO de la calle, malditos filólogos de mierda.

Estuvimos caminando demasiado rato y de repente comprendí por que aquella mujer tenía las piernas más musculadas que Cristiano Ronaldo. También me confesó que nunca utilizaba ascensores, siempre cogía las escaleras. Pues vale, pero yo no quería jugar un partidillo con ella. Por desgracia (para mí) aquella larga caminata hizo que el alcohol comenzase a ser asimilado por su pequeño cuerpo y todas mis expectativas de aprovecharme del alcohol comenzaron a disipase en el calor de la noche.

Nos despedimos con una amable sonrisa de quien dice “hasta la próxima” pero en realidad sabe que nunca más va a volver a verse y volví a mi cubículo donde me dediqué a darme amor a mi mismo hasta que se hizo de día. Lo mejor de darse amor a uno mismo es que no hay que pedir permiso ni tampoco perdón. Y además después puedes quedarte dormido sin necesidad de darle un beso a nadie ni fingir que le quieres. El amor propio es el mejor de los amores, el más puro e incluso el menos egoísta. Por desgracia nos esforzamos en buscar el amor horizontal y ajeno cuando el mejor amor lo tenemos al alcance de la mano.

Y aquí acaba la historia de mi encuentro con la mujer de las piernas duras y el corazón blando. Si algún dia ven a una mujer menuda con las piernas más perfectas y musculadas que Dios hubiese querido imaginar, ni se les ocurra entablar conversación con ella, correrán ustedes el riesgo de que cuando acaben de hablar estén a cincuenta kilómetros de sus respectivos hogares. Y todo ese ejercicio para nada...


16 comentarios:

  1. No desespere, quizás vuelva a encontrarla y, quien sabe, es posible que ese otro día, la mujer de las piernas duras no sea capaz de asimilar el alcohol. Si me permite un consejo, utilice una bebida más fuerte. La cerveza se asimila demasiado rápido...
    Saludos.

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    1. Lo que no he contado mi querido Elvis es que también le di de beber gintonic. Esta claro que si ni tan siquiera el alcohol me ayuda, solo me queda ser gigoló de geriatrico.

      Siempre suyo
      Un completo gilipollas

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  2. No entiendo su falta de autoestima como gilipollas. Acostumbra describirse negativamente.
    Ya que es ficción dése una agrandadita.

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    1. Querido Carlos, en la ficción no se describe a uno mismo. Además, soy como soy y fornico lo poco que fornico (y creo que esa parte no es ficción).

      Siempre suyo
      Un completo gilipollas

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  3. Es cierto, nunca la verás más o mejor dicho nunca la verás en la misma situación, pero es de esas historias que se queda grabada en el corazoncito de cualquier émulo de Casanova.

    Un saludo

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    1. Tiene usted razón amigo Moisés, aunque ese encuentro quedó grabado un poco mas al sur del corazón. Dolor testicular toda la noche, en realidad.

      Siempre suyo
      Un completo gilipollas

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  4. El fornicio parece la meta para todo... quizá por eso ella anda y anda, aunque sea de noche y aunque sea agosto. Hay gente rara, ¿eh? Saludos.

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    1. El fornicio es la meta de todo. Incluso del propio follar.

      Siempre suyo
      Un completo gilipollas

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  5. Yo no soy de andar. Tal vez por eso no tengo las piernas duras pero quizás esto sea un buen indicativo... Cordiales saludos.

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    1. Podemos ayudarnos entonces a ponernos las cosas duras, querida.

      Siempre suyo
      Un completo gilipollas

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  6. aww... las mujeres (casi) todas tenemos el corazón blandito.

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    1. Los hombres tambien tenemos (casi) todos algo blandito...

      Siempre suyo
      Un completo gilipollas

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  7. Hola Completo, no te apures, que hay más mujeres que perros descalzos. Saludos.

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    1. Si querida Ana, hay mas mujeres que perros descalzos y aun hay mas mujeres que me rechazan que mujeres vivas.

      Siempre suyo
      Un completo gilipollas

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  8. Ummm... piernas duras! jejeje

    Saludos desde www.malagasensual.com

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    1. No se toque, amigo. Que hay gente mirando.

      Siempre suyo
      Un completo gilipollas

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