“¡En
la boca no!” es una de las grandes frases de la
humanidad. Una frase que separó, separa y siempre separará a personas de todo género, raza o condición. Y no obstante la utilizamos a diario en los momentos más embarazosos de nuestra
vida. Momentos que después recordaremos tanto por excitantes como por humillantes (sobre todo por lo segundo). Para algunas personas su boca es un templo inviolable... excepto si están en la consulta del dentista. ¿Pero esto es siempre así?
Una madre arrastra a su hijo al colegio, el niño a su vez
arrastra una mochila repleta de material escolar que no le convertirá en
persona de provecho. Llegan tarde al colegio y la mujer llega tarde al trabajo
por cuarta vez en lo que va de mes. Desde que se separó de su marido, sus horas
parecen ser más cortas que las de los demás. De repente llega tarde a todos
lados. Además está a punto de agotar la paciencia y también el saldo de la
tarjeta de crédito. Están parados ella y su hijo en un semáforo cuando, de
repente, el niño coge una pieza de plástico y se la acerca a la boca. “¡En la
boca no!” grita la madre mientras de un manotazo la pieza de plástico sale
volando. El niño rompe a llorar y la madre también. Está cansada y le duele
hasta el alma. Lo que no sabe es que ese niño, cuando sea mayor, será un famoso
actor al que pagarán millones por cada película que hace pero que también será
adicto a las apuestas ilegales.
Unos años mas tarde ese actor acosado de
deudas grita "¡En la boca no!" a un matón que va a propinarle una paliza. Siempre han resultado de lo
más peligrosas las apuestas ilegales, sobre todo cuando pierdes cantidades millonarias un mes tras otro. El matón aprieta los puños y mira a ambos
lados por si pudiese haber alguien mirando. Entonces suelta el primer derechazo y algunos dientes del actor salen volando, describiendo un
hermoso circulo de gotas de sangre en el aire. “¡Te dije que en la boca no!” protesta
el actor arrastrando la mitad de las silabas. Hay un segundo matón, observando
la escena y vigilando el escenario. “Avísame si aparece la policía” dice el
primer matón mientras lanza un nuevo golpe a la boca del actor sin suerte
mientras el otro matón susurra “sigue, sigue, que yo te aviso”. Dos años más tarde, uno de los matones estará
en un cine, con sus hijos, viendo una película protagonizada por el actor a
quien un día le dio una paliza. En la pantalla gigantesca pueden verse
perfectamente los relucientes dientes del actor. Son falsos pero eso solo lo sabe
él.
Esa misma noche, muy cerca de ese mismo cine, una mujer sale del restaurante al paso del otro de los matones quien
sostiene la puerta abierta. Se han conocido dos horas antes, por internet y han
estado cenando. Al hombre le gusta la mujer, en realidad a este hombre le
gustan las últimas cinco mujeres con las que ha quedado y que no le contestan
las llamadas. A la mujer no le gusta el hombre, lo encuentra falso y prepotente,
además es mayor de lo que sus fotos y su perfil de Internet anunciaban. “Estoy
cansada, mejor me voy a casa” dice la mujer levantando la mano para parar el
taxi. El hombre se encoge de hombros, resignado, en esta ocasión tampoco va a suceder
nada. Se despiden y el hombre, apresurado, intenta dar un beso en la boca a la
mujer quien efectúa un perfecto movimiento de la cobra mientras protesta
diciendo “¡En la boca no!”. Nunca más volverán a verse hasta pasados cinco años
cuando el hombre, con dos heridas de bala, acude a urgencias del hospital donde la mujer
es enfermera. Ella no le reconoce, el tampoco porque ha entrado muerto.
Al dia siguiente de la muerte del matón, la mujer acude a una cata de vinos. Esta harta de quedar con hombres por Internet así que ahora se apunta a cursos de baile, cocina, catas de vino o fotografía. Ahí también se conocen hombres, la mayoría son homosexuales pero al menos no quieren besarla en la boca cada vez que salen a cenar. El encargado de la bodega sirve un poco de vino en la copa que sostienen los participantes, no demasiado. La mujer se lleva la copa a la boca pero el experto en vinos se lo impide amablemente cogiéndola del brazo "En la boca no", le dice. "Hay que olerlo primero, el vino es un espectáculo para todos los sentidos". La mujer huele el vino pero no experimenta ningún espectáculo, no obstante finge que el olor la embriaga. Está acostumbrada a fingir frente a cualquier hombre. "Ahora tienes que recibirlo en la boca, pero sin tragar, saborealo, ya lo tragaras después", dice el encargado de la cata. ¿Dónde ha escuchado eso antes? La mujer se encoge de hombros y obedece. Incluso cuando finge placer, es una persona de lo mas obediente.
La vida está llena de momentos
donde una persona dice a otra “¡En la boca no!” poniendo cara de pocos amigos. ¿A ustedes se les ocurre otro ejemplo?
A mí no…
¿Otro ejemplo? No, no, no hay más, ¿no? ¿O sí?
ResponderEliminarMe ha gustado, aunque lo cierto es que me he pasado todo el post esperando ese ejemplo que no se nos ocurre, ejem, pero será mi mente sucia...
Todas las mentes son sucias, querida. Especialmente las mas limpias de polvos y pajas.
EliminarGracias por sus amables palabras.
Siempre suyo
Un completo gilipollas
No, a mí tampoco. Cordiales saludos.
ResponderEliminarDe lo que se entera uno...
EliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas
Olerlo primero? esa es la mejor parte!!!
ResponderEliminar¿Olerlo? ¿Eso huele? ¿Que es eso?
EliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas
Que pedazo de entrada.
ResponderEliminarMe has atrapado letra a letra hasta el final.
Esa boca en la que no queremos lo que no queremos....
Muchas gracias, querida.
EliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas
No, así a la ligera, no conozco más ejemplos, jejejeje.
ResponderEliminarSaludos, Fernando.
Yo tampoco. Así no hay manera de escribir una continuación...
EliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas
¿Cómo que "bien"? ¡Yo quiero sexo desenfrenado! No puedo hacerlo... no puedo escribirlo. ¿Que me quedará...?
ResponderEliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas