Para completar la cuadrologia de
las partes mas decididamente erógenas de cualquier tipo de cuerpo (menos del de Carmen de Mairena), voy a hacer lo que algunas de ustedes me han pedido y que no es otrs cosa que, después
de escribir sobre culos, coños y pollas, ahora deba contar sobre pechos. Voy a hacerlo no porque sea un experto en pechos sino porque me gustan los
pechos y escribir sobre algo que te gusta siempre es un pequeño placer. Un aviso: los únicos pechos importantes en la humanidad han sido los pechos femeninos y el pecho de Charlton Heston. Pero sobre este señor no voy a escribir hoy.
Tipos de pechos hay muchos, tanta
variedad como tipos de penes, coños o culos. Hay pechos grandes, pequeños, precipitados, alzados, turgentes, descontrolados, tubulares, etc. Si
preguntan a un hombre que tipo de pechos le gustan, cualquier
respuesta será mentira excepto la de “me gustan todos”. Quizás eso se deba a que la
primera parte erógena de sexo contrario que nos metemos los señores en la boca es ese pecho materno que nos alimentaba y nos daba calor. Pero es que Dios
nuestro señor, también en su infinita sabiduría, consciente del error de diseño
del coño (ese monedero sin cremallera) decidió crear los pechos como
complemento perfecto de las manos. Dos pechos, dos manos. Y creó tantas formas
de pechos que aquel a quien no le gusten los pechos es que pierde los nervios
con el catalogo del Ikea o es que nunca ha salido del armario FJELL (2 puertas,
pino, € 399 / ud).
Si me preguntan qué tipos de
pechos me gustan a mi les contestaré más o menos lo mismo, de hecho me gustan
todos, lo único que no me gusta de los pechos es esa obsesiona tan malsana de
las féminas por ocultarlos bajo toneladas de telas. Me gustan los pechos breves
de una conocida, los pechos medianos de una vecina o los pechos grandes de una
compañera de trabajo. Pero decidir qué tipos de pechos me gustan seria como
decir que solo acepto billetes de 50 euros porque los de 10 y los de 5 no son
tan bonitos como los billetes de 50. Por cierto, hablando de billetes han de
saber ustedes que varios billetes de 50 euros ayudan a ver pechos en ciertos
locales. Ya lo dice la rima: "La teta que no cabe en la mano, no es teta que es grano. La teta que la mano no abarca, no es teta que es barca. La buena teta que en la mano quepa".
El diseño del pecho femenino es
perfecto, porque es redondo y en el círculo radica la perfección, con su pezón central a la altura de nuestro dedo pulgar, es
como una radio antigua. ¿Y qué me dicen de los pezones
cuando hace frio? A veces veo a algunas mujeres en la calle con las que me costaría
bien poco colgar la toalla de baño o utilizarlo a modo de diamante para cortar un vidrio y entrar a robar a una tienda de ropa interior. Los pezones,
como diseño, son dos penes pequeños que crecen con la excitación. No... esperen...
olviden esa idea de que son dos penes pequeños. En primer lugar los penes no se
ponen duros con el frio y en segundo lugar odiaría pensar que cada vez que
estoy metiéndome en la boca el pezón de una mujer, me estoy metiendo el pene de
un enano de circo.
Gracias también a Dios, las modas
nos están ayudando a los hombres a ver más pechos que nunca. La moda del
topless en las playas, la moda de las transparencias o la moda de las
feministas que protestan a pecho descubierto. Las modas no pueden equivocarse.
Ahora solo falta que se imponga la mano de que las mujeres vayan con los pechos
desnudos por la calle. También utilizamos los pechos para vender, desde Victoria Secret's a Interviu pasando por Corporación Dermoestética o Telecinco. Dos pechos bonitos nos deslumbran como las luces de un coche deslumbran al conejo en plena noche. Y todo el mundo sabe que la mejor manera de vender es deslumbrar.
Les voy a contar una historia.
Hace muchos años, cuando yo tenía la desgracia de trabajar, entró en la oficina
una preciosa muchacha de unos 25 años, era guapa y tenía un cuerpo de escándalo
pero lo que realmente nos volvía a todos eran sus pechos, unos pechos grandes y
presumiblemente prietos que hacía que la contabilidad nunca cuadrase y los
trabajadores masculinos pasasen más tiempo del habitual en los lavabos. Sobre
todo en verano. Yo imaginaba día tras día como serían aquellos pechos desnudos,
imaginé la perfección e imaginé que no podía haber pechos mejores. He de
confesar que también imaginé que dormía entre ellos y otras cosas
inconfesables. Muchos años después, por casualidades que no voy ahora a contar,
pude contemplar los pechos de esta muchacha y confieso también que eran
diferentes a cuanto yo había imaginado. ¿Pero quieren saber una cosa? No siendo
tan perfectos como yo había imaginado fueron aun mejores. ¿Y quieren saber el
motivo? Porque, efectivamente, los tuve entre mis manos y entre otros lugares
inconfesables. Esa es la grandeza de los pechos femeninos, que sean como sean,
siempre acabarán siendo perfectos.
Y les aseguro que esta historia está
basada en pechos reales.
Puedes añadir otra rima: Teta que la mano no cubre, no es teta sino ubre.
ResponderEliminarSi, si... Muchas rimas pero pocas tetas.
EliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas
Yo ando más bien escasa en ese sentido, pero bien contenta. Jajajaja. Cordiales saludos.
ResponderEliminarNo se preocupe querida, mis manos no son especialmente grandes.
EliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas
Siempre odié tener más razones que mis amigas... en fin. El problema de las tallas, uffff.
ResponderEliminarSaludos.
Eso habría que verlo, querida.
EliminarY tocarlo, y manosearlo, y morderlo, y besarlo, y...
Siempre suyo
Un completo gilipollas
...y ante la duda, la más tetuda, me enseñaron mis mayores.
ResponderEliminarSaludos,
JdG
A mi, mis mayores me enseñaron que es mejor robar que trabajar.
EliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas
Ay dios mío, los pulgares. Me ha provocado usted un calentón a estas horas de la mañana. Compórtese!
ResponderEliminarLástima que esté usted tan lejos porque ahora mismo procedía a enfriarla con medio kilo de hielos de gin tonic y mi legendaria incapacidad para fornicar.
EliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas