¿Recuerdan ustedes mi último texto
sobre una hermosa mujer llamada Laura con la que me topé en el autobús y con la que tuve una discusión sobre si la gente cambia o no? Puede que ustedes no la
recuerden pero yo no conseguía quitármela de mi cabeza lo cual desencadenaba que mi cuerpo estuviese en tensión ante la expectativa de volverla a ver (aclarar que unas partes estaban más tensas que otras). A
partir del momento en que conocí a Laura, dediqué todas las horas posibles a vivir en aquel autobús
en el convencimiento que ella volviese a aparecer. Como bien saben
ustedes, quien suscribe es un nombre sin demasiada suerte, es más, si algo
puede salir mal, tengan por seguro que yo seré el protagonista. No obstante
algo debí hacer bien en otra vida porque el karma (o la justicia poética)
hicieron que dos semanas más tarde, aquella curvilínea diosa subiese al
autobús. En un primer momento ella no reparó en mi pero cuando comencé a saltar
y a hacer gestos con los brazos a escasos diez centímetros de su cuerpo, Laura
reparó en el gordo que se agitaba frente a ella.
-Hola, ¿te acuerdas de mí?
-pregunté levantando mi ceja derecha en un soberbio gesto que afloja la ropa
interior de cualquier fémina heterosexual.
-No.
-Tuvimos una interesante discusión sobre si la gente cambia.
-Ah si... pero no recuerdo que
fuese interesante.
-Para mí la conversación fue
interesante porque usted es interesante.
-¿Que quieres realmente? -dijo ella alejándose de mí.
-Charlar, simplemente.
-Siempre que un tipo como tu dice
que simplemente quiere charlar es que simplemente quiere acostarse conmigo.
-No descarto esa idea, señorita.
Pero no es el caso que nos ocupa ahora mismo. Solo pretendo hablar con usted.
-¿Por qué?
Podría haberle contestado con mil
mentiras diferentes, no obstante, cuando el amor comienza a rondar por los
aledaños de los corazones, la sinceridad es el único lenguaje. No porque el amor sea
algo sincero sino porque es más fácil mantener una mentira que una verdad.
Justo cuando iba a decirle la verdad, un móvil con una extraña melodía infantil
surgió del interior del bolso de la mujer. Laura se dio la vuelta y comenzó a
hablar. Cualquiera en mi lugar se habría echado a llorar porque mi adorada acababa de rechazarme de manera soberbia, no obstante yo disfruté de aquel momento como nunca antes hubiese pensado pues la espalda de mi Diosa finalizaba
en un culo de auténtico infarto. Por desgracia cuando ella dejo de hablar y se dio
rápidamente la vuelta me cazó haciendo radiografía de tan gloriosa anatomía.
-¿Me estabas mirando el culo? –preguntó
ella
-No, bueno si, en realidad no
mucho, solo un poco. Vale… si… pero no imaginaba nada malo, bueno un poco sí.
-Cuando acabes de hacer el
ridículo avisa.
-He acabado.
En ese mismo instante una nueva
vibración volvió a interponerse entre nosotros. No hablo del amor sino del móvil
de ella que volvió a sonar. Esta vez contestó de frente a mí, sin dejar de
mirarme a los ojos y por unos momentos hubiese jurado que realmente se dirigía a
mí de no ser porque hablaba de comprar comida para el gato y yo el único gato
que he tenido era de peluche. No quería que volviese a mirarle el culo lo cual no significaba un problema para mi pues Dios nuestro señor, en su infinita sabiduría, había colocado el culo de la mujer a un lado y los pechos al otro.
Finalmente Laura acabó de hablar
y volvió a guardar el móvil en el bolso no sin antes perder más de cinco
minutos consultando y tecleando en la pantalla.
-Yo no tengo teléfono móvil –informé.
-¿Cómo puede ser eso?
-No tengo a nadie quien me llame
ni nadie a quien llamar.
-Un móvil es algo más que un
simple teléfono…
-Bueno, yo creo que…
Una nueva llamada a su móvil interrumpió
lo que iba a ser mi soliloquio sobre la adicción a los móviles. Cuando mi diosa
hubo acabado, transcurridos más de diez minutos donde ella parecía hablar con
otro hombre (del que inmediatamente me sentí celoso), ella se despidió rápidamente
y descendió del autobús dejándome triste, solo y gordo. Lo de gordo sucede siempre
pero en esos momentos quise culpabilizarla también de mi peso.
¿Qué problema tienen muchas
personas con el teléfono móvil? Cada día cojo el metro o el autobús y veo la práctica
totalidad de viajeros consultando sus teléfonos móviles, como si la vida
estuviese únicamente en sus pantallas y no a su alrededor. En el cine, al
acabar la película y encenderse las luces, lo primero que hacen los
espectadores es consultar sus teléfonos móviles. En los restaurantes los
enamorados cenan a la luz de las velas con sus teléfonos móviles encima de la
mesa como otra parejita mas. Caminar por la calle se ha convertido en un
deporte de riesgo porque hay personas, ajenas a los obstáculos, que caminan sin
fijarse en nada ni en nadie, consultando sus teléfonos móviles.
Y ahora mi adorada Laura, acababa
de demostrar que también era una adicta a los teléfonos móviles.
¿Puede el amor sobreponerse a las
adicciones? Supongo que si, por unos momentos, en aquel autobús rodeado de
personas tecleando en sus teléfonos, imaginé que quizás algún día volvería a
ver a Laura, a su móvil se le habría agotado la batería y el amor nacería entre
nosotros.
Jajajaja, bravo, me ha encantado eso de "dejándome triste, solo y gordo" y de querer culparla a ella de esta circunstancia.
ResponderEliminarLas mujeres son unas arpías y los móviles un invento del demonio que nos tiene idiotizados.
Por lo visto no sé dónde han puesto un carril-móvil, para aquellos que van sin despegar la vista de la pantalla, que puedan caminar sin accidentes.
En fin, siga soñando, ¿qué tal ponerse a dieta?
En mi universo, las mujeres tienen culpa de todo, incluso de lo que no son culpables. Así yo consigo dormir tranquilo por las noches.
EliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas
Esa mujer no es de fiar, estimado Fernando. Debería olvidarse de ella por mucha curvas peligrosas que gaste. Recuerde que este verano consiguió un número de teléfono... Ahí lo dejo.
ResponderEliminarCordiales saludos.
Si si... pero la boxeadora no me contesta al telefono... ¿usted me contestaría?
EliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas
es un placer leerte y haberte encontrado
ResponderEliminarGracias por haberme encontrado, querida. No sabía que andaba tan perdido.
EliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas
Si, es terrible. Yo misma me di hace poco contra un poste por andar tuiteando.
ResponderEliminarLos postes los carga el diablo.
EliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas
Amor horizontal... aclaro.
ResponderEliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas